Día 10: Perdiendo el norte.

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Jamie
Quince horas después...

      Es una mañana estupenda en un barrio de ricos de Hollywood. Recorro con la mirada las calles, de pie frente al balcón de mi habitación. Una chica joven reparte flores con su bicicleta mientras que la señora de enfrente recoge el periódico del suelo como de costumbre. Siempre lleva la misma bata de baño azul cielo y sale a la misma hora.

     Estoy tan ensimismada en mis pensamientos, que no me percato que el móvil está vibrando en la mesita de noche. Corro hacia él y descuelgo justo a tiempo antes de que salte el buzón.

     «Harry»

    —Dime.

    —Jamie, tenemos que vernos. Necesito que vengas a mi casa — cuchichea con cierto nerviosismo en su voz.

    —Ni siquiera sé dónde vives, Harry —rebato, poniendo los ojos en blanco.

    Lo escucho gruñir.

    —Frente a la ópera Rainbow. Te darás cuenta enseguida cuál es. Igual te envío la
dirección.

    — ¿Es muy necesario que vaya?

    Se ríe por mi pregunta. Ya estoy otra vez sobre pensando las cosas.

    — ¿Por qué? ¿Tienes miedo de estar a solas conmigo? —me provoca. Aunque tiene razón, no pienso decírselo.

    —Para nada. Solo es instinto de supervivencia —Me sale una voz ronca y lasciva. ¿Por qué demonios he dicho eso?

     — Maravilloso, entonces te espero aquí, han llegado los resultados de la prueba de ADN.

     Cierro los ojos y suspiro, aliviada. Intento apartar los nervios que comienzan a carcomerme y pongo fin a la llamada, dispuesta a tomar el coche, por primera vez en semanas.  

     Bajo las escaleras corriendo sin importarme que aun llevo el pijama puesto. Un sensual conjunto de dos piezas de Victoria's Secret de color púrpura.

    — ¿A dónde vas tan temprano? —la voz de mi padre hace que me sobresalte. Que obsesión tiene de estar en silencio.

    — ¡Papá! —acierto a decir con una risita trémula, estoy nerviosa. Siento que me ha pillado saliendo de casa a hurtadillas como la típica adolescente.

    —Ya sé que vas a ver a Harry— indica en tono confidencial. Apoya el codo en su muslo y me observa con una expresión comprensiva, sin malicia. Siento demasiada emoción en mi pecho.

    —Sí —es lo único que atino a responder.

    Una leve sonrisa ladeada se dibuja en el rostro de papá.

   —Vas preciosa, cariño, pero intenta no matarlo de un infarto ahora que por fin vuelven a estar juntos.

    Observo mi ropa, pero poco o nada me importa que Harry me reciba así. Solo le sonrió a mi padre y continúo mi camino hacia el coche.

     Arranco el vehículo, doy marcha atrás y empiezo a conducir hacia la dirección que Harry me ha enviado al móvil.

     A la media hora freno delante de la inmensa propiedad y me bajo casi corriendo hacia la puerta. Oigo un quejido a mi espalda, pero no le presto la más mínima atención. Llamo al timbre de Harry y espero con impaciencia a que me abra.

    Aparece delante de mí con un pantalón de chándal gastado y su torso desnudo.

«Madre mía»

Con amor, Jamie (ONC2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora