Epílogo

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Harry
Unos días después...

      Jamie ha hablado con su padre y este niega haber conocido los planes de Grace para encarcelarme. La verdad, no me preocupa en absoluto. Lo único que deseo es ser feliz y tener a mi lado a Jamie y a Elias.

     El teléfono vibra en mis manos y observo sonriendo lo que me indica: es la alarma programada para lo hora adecuada.

     A mi lado Jamie camina de un lado a otro, y percibo que tiembla como un gatito asustado.

     —Cariño, cálmate, te dará un infarto al corazón en cualquier momento —le pido, tomando su mano derecha para hacer que se siente a mi lado.

      Ella me mira, se lleva la uña de su dedo índice a la boca y comienza a mordérsela.

      —Estoy muy nerviosa, Harry. ¿Y si no les gusta? ¿Y si sale todo mal?

       Le sonrío y acaricio sus mofletes con el dorso de mi mano.

       —Eso es imposible. Tú le gustas a todo el mundo —me pongo de pie y le tiendo la mano para ayudarla a levantarse —. Vamos, ya es hora.

       Se levanta con reticencia y camina agarrada de mis brazos como si fuera a perder el equilibrio en cualquier momento. La observo embobado y la guio hasta la cámara central, el lugar donde daremos la noticia que llevamos dos meses planeando.

       Jamie se detiene delante de la cámara y me sonríe antes de indicarle al camarógrafo que de play. Yo hago lo mismo y me sitúo a su lado.

       — ¡Están al aire en... tres... dos... uno!

       —Buenos días, Hollywood. Muchas gracias por asistir a esta cita con nosotros hoy. Harry y yo tenemos una súper noticia que darles.

     Jamie hace una pequeña pausa para darme la palabra.

      —A partir del próximo viernes, se transmitirá en vivo, nuestro nuevo proyecto juntos: Sueños de cupido.

      —Así es. Será un programa en donde nuestros concursantes podrán encontrar a su pareja ideal por medio de una serie de preguntas. Todo será en vivo y en directo, los teléfonos del plató estarán abiertos al público.

      —La persona que cree cumplir los requisitos que el concursante exponga aquí, podrá llamar y comunicarse con nosotros —expongo.

      Nos turnamos entre los dos para explicar cómo será el proyecto.

      —Ah, pero ojo, no cualquier persona puede conseguir una cita con nuestro concursante. Porque el interesado o interesada, deberá someterse a una serie de preguntas para confirmar que son almas gemelas —continúa Jamie con una sonrisa en los labios.

       Después de dar toda la información pertinente al programa, Jamie me guía hacia una de las salas de conferencia del nuevo y renovado Estudio Milano, donde se filmará nuestro proyecto.

       — ¿Qué te traes entre manos? —le pregunto sin dejar de mirarla con el ceño fruncido.

       —Shh, quiero pedirte algo, pero quiero que sea en público. Necesito resarcirme —añade ella en un tono de voz meloso. Su voz de globo desinflándose ya no me parece tan odiosa.

      Me dejo llevar y cuando entramos a la sala abro los ojos sorprendido al darme cuenta de la cantidad de personas que hay aquí adentro. Miro a la culpable y ella solo le guiña un ojo a Soledad.

      — ¿De dónde has sacado tantas personas? —indago sin poder creérmelo. No las he contado, pero hay por lo menos más de cincuenta.

     Jamie se carcajea de forma teatral y luego se encoge de hombros.

     —Supongamos que las he sobornado, quién sabe.

      Soledad se acerca a nosotros y se coloca justo detrás de Jamie.

      — ¡Escuchen todos, la mujer rubia aquí presente quiere decir alguna anormalidad! Finjan que no lo sabían, de lo contrario no van a ver pasar un solo dólar — da unos pasos y saca un bate de beisbol de detrás de una mesa —. Y todos saben que yo siempre hablo en serio.

      Atusa el bate contra la palma de su mano y todos los presentes palidecen. ¿De qué va esto? Miro a Jamie esperando una respuesta. La observo apoyar su rodilla derecha en el suelo y sacar una cajita azul terciopelo.

      «No puede ser lo que estoy pensando»

      —Llevo tres malditos meses esperando tu propuesta de matrimonio y veo que no llega, asi que he decidido coger al idiota por los cuernos y lanzarme yo —confiesa ella, y yo no sé si reír o decirle que se levante.

      —Jamie...

       Niego con la cabeza y decido callar por mi propio bien al ver el gesto que Soledad me propone con el bate. Si supiera...

       —Tú te humillaste al pedirme algo más aquella vez, y yo te rechacé delante de todo el estudio. Ahora me toca a mí hacer el ridículo —abre la cajita y me echo a reír al ver lo que lleva dentro: un anillo de bacon de los que consume Soledad.

        —Te diría que sí, pero, cariño, no hay anillo —ahora si mi carcajada retumba en todo el edificio.

       Jamie se pone de pie como un resorte y mira a Soledad de forma acusatoria.

       — ¿Y el anillo? —pregunta ella dirigiéndose a su amiga con el bacon en la mano, esta última deja el bate encima del escritorio e intenta acercarse a la puerta.

       —Bueno, el anillo... se lo ha comido Gary —confiesa Soledad.

       — ¿El perro se ha comido el anillo? ¿Mi anillo? —vuelve a preguntar Jamie con el ceño fruncido y la cara un poco roja.

       —Exacto. Lo tienen muy mal acostumbrado. Parece un agujero negro en el suelo, que se traga todo lo que cae.

       Jamie se lleva las manos a la cabeza y me mira.

      —Lo siento. Quería que fuera romántico, pero ya vez —me dice Jamie con ojitos decaídos.

       Me acerco a ella y la abrazo con ímpetu. Esta vez soy yo el que me arrodillo, me meto en la boca el anillo de bacon y extraigo del interior de mi chaqueta la cajita roja de Tiffany’s que he comprado hace dos semanas.

       —Jamie Moore, ¿quieres casarte conmigo? —le pregunto por fin.

       Jamie ladea la cabeza, mira al techo y solloza. Algunas lagrimitas afloran por sus ojos.

      — ¡Sí! ¡Sí y mil veces sí!

      Me pongo de pie y la abrazo. Todos en la sala aplauden y de reojo veo como Soledad seca una lagrimilla del lagrimal de su ojo mientras aparta a un lado a Marcel, mi productor. Una sonrisa se instaura en mi boca y aprovecho para besar a Jamie, mi futura esposa. Por fin.

      Ahora, al cabo de tantos años, vuelvo a tener la confianza en mí mismo que siempre me ha caracterizado en el pasado. Sé quién soy, lo que quiero en mi vida y sobre todo, a quien quiero en ella, y esa es la mujer que ahora mismo estoy besando en los labios enfrente de más de cincuenta personas desconocidas.

      Ella siempre ha sido mi brújula, la única mujer que logra hacer que Saturno siga girando.

Fin

Con amor, Jamie (ONC2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora