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«Beso Esquimal»

Sabía que Alastor tenía días donde repudiaba los besos o el contacto en general, desde que comenzaron a ¿Salir? -No estaba muy seguro en qué categoría caían en este mismo instante- Alastor le fue más honesto de lo que él mismo y su poca -nula- positivista pensó.

Antes de que todo esto iniciara, se mentiría a el mismo si dijera que jamas habita prestado atención a como Alastor tenia días onde se acercaba mucho a los recientes del hotel y otros donde no los tocaría ni con una pluma.

en aquel entonces no lo pensé detenidamente, ahora con el contexto lo suficiente amplio, encontró adorable y hasta un poco cómica la situación.

La noche anterior habían dormidos juntos escuchando jazz, era de sus formas favoritas de dormir, uno de los dos cuando estaban de suficiente animo se escabullía al dormitorio del otro y sin medir muchas palabras se acurrucaban.

Así que allí estaban, ambos acurrucados, aunque solo lucifer estaba despierto, aun no era hora de comenzar labores, así que podía darse el lujo de ver a Alastor tan tranquilo, su sonrisa no era tan extravagante cuando dormía, aunque nunca abandono aquella curva, por muy diminuta que fuera.

lo olisqueo un poco, no sabia que tan notorio fuera para el resto, pero sus aromas ahora eran similares, culpa de eso seguro era que comenzaron a compartir shampoo, aun no se habían bañado juntos, pero era frecuente alistarse juntos, quien revisara sus armarios pensarían que se estaban mudando a la habitación contraria.

un cepillo de dientes extra, pantuflas y pijama, "En algún punto hay que ponerle nombre a esto" se dijo a si mismo.

Los primeros indicios de ser de día se filtraron por los ventanales, no tardaría mucho en comenzar a cumplir sus obligaciones. Sintió a su acompañante removerse incomodo por las sabanas hasta verlo sentado, su cabello despeinado y cara somnolienta era de sus gustos mas profundos.

―Buenos días, cervatillo.

―Buenos días su majestad.

A pesar de las circunstancias, Alastor seguía sin acostumbrarse a llamarlo por su nombre, si no era "su majestad" era "querido" que si le preguntaban, prefería el segundo. Subio su rostro hasta estar muy cerca de los labios del demonio de la radio, este se aparto un poco, mensaje recibido.

―Esta bien lo entiendo. ―Los ojos de Alastor parecían tener cierta culpa, sus orejas gachas, como si cada vez que pasaba esta situación esperara una mala reacción por su parte, no estaba seguro de si Alastor estaba seguro de cuan expresivas eran sus orejas, no le gusto ver eso.

―Lo siento. ―Aquella disculpa le hizo fruncir el ceño, pero de inmediato se recompuso, Alastor seguramente había tenido algunas malas experiencias para estarse disculpando.

―Sabes perfectamente que no me molesta, me molestaría que te forzaras a ti mismo a algo que no quieres.

Ambos se levantaron y comenzaron a alistarse para u nuevo día, la intimidad de compartir esos momentos no lo cambiaría por nada, música de fondo y leves balanceos por allí y por allá, silencio cómodo, como un viejo matrimonio. Se contuvo todo lo posible por tocarlo, la repulsión por el contacto de su cervatillo en ciertos días los entendía a la perfección y no sería capaz de traicionar la confianza que se le deposito.

―Bueno su majestad, me retiro por el momento, espero verlo abajo para el desayuno.

Alastor se acerco a él, se agacho un poco y froto su nariz con el, no pudo evitar reír, froto de igual manera, era la primera vez que sucedía esto, pero no tenía ninguna queja.

―Nos vemos.

Y así, le vio partir, su corazón no paraba de palpitar feliz y cautivado, amaba todas las facetas de su cervatillo.



KissPril RadioAppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora