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«Beso Interrumpido»

En tardes así, donde no tenían en realidad algo que hacer, sentarse a leer un libro era de sus actividades favoritas.

No pasaban de las tres de la tarde, todos estaban en sus propios asuntos y aunque por norma general no le gustaba perder el tiempo holgazaneando, la compañía de su majestad era más que agradable.

En sus años viviendo en el infierno jamás dejo a nadie entrar en su vida de esta manera. Ahora se hallaba recostado en una cómoda cama con el rey del infierno sobre si mismo, cada uno en sus asuntos pero compartiendo su tiempo.

Nunca lo admitiría en voz alta, pero al bajar la mirada hacia aquel ángel caido, podía confirmar que era su vista favorita, el cabello rubio sin su característico sombrero, mejillas con adornos rojos muy curiosos y unos ojos pacíficos.

Seguro y su majestad se sintió observado, pues alzó sus ojos y sus miradas se encontraron, un beso sin malicia alguna fue depositado en sus labios.

Bueno, unos besos no vendrían mal, podría terminar de leer en cualquier otro momento. Sus dedos peinaron con cuidado aquellos mechones dorados que caían con gracia por aquel rostro angelical.

El roce incrementaba con cariño, se sentía seguro y en calma. El único sonido en aquella habitación eran sus respiraciones y aquel sonido húmedo que hacían sus bocas, el beso iba subiendo de intensidad. El calor se intensificó entre ambos.

Un jadeo salió de sus labios, no supo si fue intencional o no por parte de Lucifer, eso no importaba ahora, sus miembros aún cubiertos por la ropa se rozaron. Se sintió muy bien, demasiado.

Escondió su rostro entre el cuello de su pareja, pero no sé alejo ni un poco, le gustó más de lo que quisiera admitir. Sus mejillas estaban rojas, podía sentirlo. Estaba bastante seguro que Lucifer también estaría afectado, pero se negaba a verlo a los ojos.

En cambio, poso las manos en las caderas del más bajo e imito la acción, otra oleada de calor paso por su cuerpo, se sentía tan bien. Sus caderas no paraban de moverse, cuando ambos juntaban sus cuerpos, escalofríos y suspiros se escapaban.

El primero en alzar la mirada fue Lucifer, pasando una mano por su rostro. Aquellos ojos tan dulces que lo miraban con adoración ahora lo miraban como un depredador.

-Ah Lucifer. -Se mordió el labio inferior, no estaba seguro de como seguir, su mente se sentía embriagada.

-¿Quieres que nos detengamos? -Aquello lo hizo sonreír aún más, a pesar de lo necesitado que se miraba su majestad, este jamás iría más allá de sus límites o deseos.

Negó con la cabeza, si intentará hablar, seguro solo saldrían jadeos y sonidos vergonzosos. Otro jadeo.

Aunque no estaba funcionando eso de suprimirlos.

Con un chasquido de dedos, ambos quedaron en ropa interior. Levanto la mirada, sabiendo que el impaciente de su pareja era quién había provocado eso.

Sus labios se volvieron a encontrar, ansiosos por el contacto, sus lenguas húmedas y dispuestas luchaban por robar cada aliento de su contrario.

-¡Papá! ¿No haz visto a Alastor? Lo busque por todo el hotel y no hay rastro de...

La situación ahora era totalmente diferente, ambos adultos semi desnudos en una cama besándose de forma acalorada. No necesitaban ser un genio para saber lo que ocurría. Con sumar uno más uno era más que evidente.

-¡Charlie! / ¡Princesa!

-¡¿Qué le estás haciendo a mí papá?! ¡¿Qué está pasando aquí?! -Sin duda está era una pesadilla, la hija de su pareja y su socia de negocios los encontró en una situación como mínimo comprometedora.

La furia se veía en sus ojos, la forma demoníaca que muy pocas veces había sido testigo se alzaba como un volcán a punto de destruir todo.

-Patita, querida todo tiene una explicación y te la daré con todo gusto solo, danos tiempo para estar presentables.

El rubor dorado que presentaba su pareja jamás lo había presenciado, no podía imaginar el horror que estaba viviendo Lucifer.

-Cinco minutos, los esperaré en la sala.

Así como vino, se fue. Volvió a respirar con normalidad, no supo en qué momento contuvo la respiración.

-Bueno Bambi, parece que hemos sido descubiertos. -Lucifer se encontraba tumbado sobre la almohada, escondiendo su rostro, parecía al borde del colapso.

-¿Tenías intención de contarle a Charlie sobre nosotros? -Sabia que en cualquier momento el demás personal del hotel se enterarían, pero no estaba preparado para ser descubiertos de esta forma.

-Si, pero quería hacerlo cuando ya sabes, hayamos hablado de esto.

Claro que sabía a lo que se refería, llevaban varios meses sin ponerle nombre o título a su relación.

-¿Tú?... -Vacilo un poco, pero necesitaba saber dónde estaban parados, eran amigos con derecho, conocidos que se comen la boca, dos personas que se odian pero se atraen, acaso ve en el otro una potencial pareja o algo parecido, la incertidumbre le mataba ¿Lucifer siquiera lo miraba como alguien agradable? -¿Qué somos? O mejor dicho ¿Qué piensas de lo que hemos hecho?

-Sí me permites, me gustaría definir esto como cortejo.

-¿Qué?

-Si ya sabes, salir a citas, besos y abrazos, para luego pedirte formalmente ser mí pareja.

-Cortejo, me gusta como suena eso.

-Entonces con eso ya definido, vamos a hablar con Charlie.

En un chasquido de dedos, ambos quedaron relucientes, listos para hablar con su hija. Bajaron con calma de la recámara. Cuando llegaron al salón, la vieron con la cabeza gacha pérdida en sus pensamientos.

-Hija. -Ella levanto la mirada, sonriente como si hace unos minutos no hubiera estado furiosa. -Yo lo lamento por no haberte contado nada de esto, no era nuestra intención esconderte nada.

Ella se levantó llendo directo a abrazar a Lucifer, la escena en si misma era conmovedora, así que era mejor no intervenir.

-No está bien, yo lo lamento papá, se que sobre reaccione, eres un adulto y si elijes a Alastor como tu pareja, no voy a oponerme.

-No sabes cuan feliz de hace saber que nos apoyas querida Charlotte. -Grande fue su sorpresa cuando ella se lanzó a abrazarlo, era consciente de cuánto le gustaba ese tipo de muestras de afecto pero no sé lo espero.

-Si dañas a mí papá, conocerás por qué soy la princesa del infierno. -Fue apenas audible, aquello, incluso podría pensar que fue una alucinación de su mente, pues el rostro de Charlie al alejarse de sus brazos no mostraba ni un rastro de agresividad.

Eso si fue nuevo, ser amenazado por un ser de luz como Charlie, solo asintió. No pensaba defraudar a ninguno de los dos Morningstar.


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