Finales diferentes

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CAPITULO 10 ♠

Pablo:

Al llegar a mi casa todo estaba tranquilo, algo raro porque los lunes eran el día familiar en los que "compartíamos" tiempo de calidad. Pero lo más raro era la tranquilidad para la hora en que había llegado... Apenas eran las 8:53 p.m.

Mis hermanos estaban todos sentados en el sofá de la sala viendo una película de terror, y mis padres no pintaban por todo aquello.

-Hola gays -Asi nos saludábamos -. ¿Y mis papás?

-Te están esperando en la biblioteca -Me contestó Jerry, el primero de mis hermanos -. Estás en problemas, bro.

Nunca me había asustado cuando me decía eso, pero esa vez, sus palabras no me daban buena espina. Lo mire con el ceño fruncido, y me dirigí a la biblioteca.

Nuestra casa era de dos pisos. Del lado derecho a la entrada estaba la sala, una grande. De frente a la entrada, un pasillo un poco largo que daba hacia la biblioteca, del lado izquierdo a la entrada un cuarto que le decíamos el cuarto rojo (tenía el piso de ese color). Lo que más me gustaba de mi casa es que, la biblioteca era un pasillo que de ambos sus paredes estaban digamos que hundidas, lo que le había permitido a mis papás poner del lado derecho un escritorio, y del lado izquierdo unas sillas. Al final del pasillo estaba la cocina y las escaleras para ir al segundo piso.

Mis papás eran psicólogos y ellos allí le daban asistencia a sus pacientes de más confianza... ¿Irónico, cierto? Ellos psicólogos y yo con tantos peos en mi cabeza.

-Te estábamos esperando Alexi -Dijo mi madre quién estaba sentada en el escritorio. Cuando ella me llamaba por mi segundo nombre, significa regaño seguro -.

-Sentate por favor -Me dijo mi padre quién estaba sentado en la silla del escritorio -.

Al sentarme en una de las sillas, mi papá prendió un cigarrillo y cuando le dió la primera calada, supe que era algo serio.

-Desde que vos empezaste en la universidad, estás llegando demasiado tarde. Sabés perfectamente que ninguno de nosotros vamos a parar o retrasar planes porque alguno no esté presente, pero no podemos seguir haciendo los planes sin vos -Dijo mi madre -.

-No tenemos problemas en que llegues a la hora que quieras, claro, la hora que vos quieras antes de las 11:00 p.m. Pero los días en los que hacemos planes tienes que respetar los horarios correspondientes...

«El día que fuimos al cine, que dejaste tu mochila en la casa de tu compañera, te esperamos, pero te tardaste. Los lunes llegás entre las 9-10:00 p.m. porque, o estás con esa mina, o con los muchachos, cuando sabés perfectamente que los lunes debés estar aquí a más tardar las 7:40 p.m. -Dijo mi padre -.

Solo los mire, nunca les contestaba porque prefería escuchar y callar, que no escuchar y pelear.

-Sabemos que desde pequeño no hemos compartido mucho con vos... Pero vos no ponés de tu parte. Llegás tarde, cuando llegás vas directamente a tu habitación, ni siquiera compartis con tus hermanos... Compartís más con ese gato -Dijo mi madre con desdén -.

-A Artemis no la metan en esto -Detestaban a mi gata, quién era el único ser sobre este planeta que me esperaba en mi casa -.

-Hm -Dijo mi padre, con un tono de burla -. En tus 19 años jamás nos habías contestado, pero nos metemos con ese animal y tu boca es capaz de musitar unas pocas palabras.

-No nos desviemos Alejandro -Le dijo mi mamá -. El punto aquí es que, tú Pablo, tenés que poner de tu parte. Estás castigado -Y cuando iba a protestar mi padre se llevó su dedo índice a la boca, indicándome que hiciera silencio -, y haz de demostrarnos que te interesa compartir con nosotros para que te levante el castigo.

Un amor... No tan adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora