Prólogo

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"A los seis años soñé con mi muerte".

A medianoche, el mundo duerme, pero los aeropuertos existen en un bolsillo en el tiempo. En el aeropuerto de Los Ángeles, la profesora Park lee las primeras líneas de un relato.

Está de camino a Francia, preparándose para hablar ante la Junta de Preservación Histórica sobre los documentos que tiene en su regazo. Ha revisado la mayoría de ellos, pero no todos, y la ominosa línea inicial le hace fruncir el ceño.

Encontrado en un mausoleo dentro de las catacumbas de un castillo en Austria, el diario desconcertó al caballero que lo desenterró: aunque tenía un estilo antiguo de francés, en el margen estaba escrito un verso de Safo, traducido de su griego nativo:

"Alguien nos recordará

Incluso en otro tiempo"

Un poco de poesía ilustrada para estar escrita en un diario de más de cien años de antigüedad.

Un repentino insulto llama la atención de la profesora. Un hombre derrama café sobre la pernera de su pantalón y ella le observa dirigirse al baño más cercano. Ve a una familia de seis miembros, el más joven estaba gritando, sin duda agotado por lo tarde que era. Un anciano con un perro de servicio dormitaba a dos asientos de distancia, el perro estaba alerta y observando la escena con ojos curiosos.

La profesora vuelve a su lectura, cuando se hace un anuncio por el interfono: AMS a LAX - RETRASADO. Una joven sentada en una silla de ruedas levanta la vista de su ejemplar de Crepúsculo, cabizbaja ante el anuncio. Se sienta frente a la profesora, con un vestido anticuado pero a la moda, con el pelo recogido en el estilo del moño perezoso que suelen preferir las universitarias, y lleva un anillo en el dedo índice de la mano izquierda.

Son tres horas de escala hasta que llegue el avión que la llevará al otro lado del mar. La profesora se acomoda para releer el arriesgado pero interesante comienzo del libro.

 La profesora se acomoda para releer el arriesgado pero interesante comienzo del libro

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A los seis años soñé con mi muerte.

Me encontraba insomne, con los escalofríos de la noche susurrando a través de mi ventana. No conocía el miedo. No conocía el concepto de miedo, pues me habían educado con relatos de historia y pragmatismo, en lugar de los cuentos de hadas y las historias de fantasmas que tan a menudo se cuentan a los niños. El viento soplaba a través de mi ventana, sólo pensaba en cómo mi institutriz cantaba más alegremente, con su voz suave sobre la brisa.

En mi inocencia, seguí el tarareo. Entonces me di cuenta de que no estaba sola.

No la conocía, pero anhelaba conocerla. La mujer, apenas una mujer; su rostro era tan aniñado y juvenil, no un día más allá de los dieciocho años, tenía un semblante tan luminoso como la luna allá afuera y unos ojos tan oscuros como el propio cielo. Ella estaba junto al alféizar de la ventana, con una expresión llena de asombro mientras contemplaba mi forma infantil, vestida de encaje y seda. Cuando capturó mi mirada, su zumbido cesó. En su lugar, dio un paso adelante, con los brazos extendidos.

Dark Desires ┃ JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora