Una semana después y se encontraba sentado en una de las mesitas de afuera que había en la cafetería. Sus amigos habían ido por algodón de azúcar y Llanos se había quedado a cuidar el puesto. El parque de diversiones era magnifico. Todos parecían estar pasándolo bien, a excepción de él, qué llevaba todos estos últimos días deprimido. Aún recordaba el rostro de Apolo, tan roto y en verdad parecía muy golpeado por las palabras que le había dicho. El pelinegro se arrepentía mucho.
Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con Apolo. Al igual que otras veces, lo había fastidiado con sus amigos, solo que había algo diferente. Cuando lo estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad de observar sus ojos fijamente, siempre parecía querer evitarlos o de alguna manera lo insultaba desde lejos, sin querer acercarse.
Ya comenzaba a desesperarse, porque quería ver ese color ámbar que le quitaba el aliento. Sentía como una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos de nuevo para estar en calma consigo mismo. No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca el castaño: Querer besarlo.
Lo quería besar y eso lo asustaba, era otra necesidad que lo hacía temblar de pies a cabeza cada vez que lo veía. Observaba el rostro de Apolo y sin poder evitarlo los ojos se le iban a su boca, tenía los labios más hermosos del mundo y Llanos solo quería besarlos hasta que le dolieran sus propios labios. Suspiró, ¿Qué demonios le estaba sucediendo? No creía que fuera muy normal, el soñar todos los días con el mismo chico y querer besarlo. Más si no era su amigo, más bien lo contrario. Era el chico que le hacía la vida imposible y ahí estaba él, suspirando por el castaño.
Cada vez... cada vez más las palabras de Enid hacían eco en su mente "¿No será que estás enamorado de mi?" Y en verdad, intentaba convencerse de que no era así, imposible. No, era una locura.
- Llanos, ¿Estás bien?- Preguntó Izan acercándose a su amigo.
Llevaba una gorrita de oso en la cabeza, que había ganado en unos juegos.
- Sí, claro- Mintió de una forma horrible, sabía con antelación que si le contaba a sus amigos su problema, ellos comenzarían a delirar.
- ¿Quieren ir a las tazas giratorias?- Preguntó David al llegar, habían rastros de azúcar en sus labios.
- ¡Será divertido, vamos!- Animó Izan, jalando a Llanos y a Matteo de las manos, hasta llegar a la atracción y montarse en ella.
Estaban bajándose de los carritos cuando vieron a lo lejos al grupito del salón, parecía que la realidad despotricara sobre la suerte de Llanos. Todo le salía mal, y para joder más las cosas allí estaba Apolo, igual de hermoso que siempre. Llevaba una camiseta blanca con una chaqueta roja, un jean negro y el cabello igual de hermoso que siempre, reía mientras iba de la mano con Violeta. Quería besarlo, quería besarlo, que la tierra se tragara a Violeta. Esa era una gran idea rondando en su cabeza. Soltó un gran suspiro y tomó a Izan de la mano, quería alejarse de ellos a como diera lugar.
- Izan, ¿Quieres ir a la montaña rusa?- Preguntó con una sonrisa a su amigo, él parecía feliz.
- ¡Claro!
- Vamos todos- Dijo alegremente Matteo y los cuatro de fueron de la atracción, dejando a los otros atrás.
Llanos logró respirar tranquilo por unos segundos, eso hasta que fueron a comprar palomitas de maíz y casualmente allí estaba Apolo. Tenía que ser una cruel broma de la escritora ¿No?
De inmediato los ojos le Apolo lo vieron, pero apartó la mirada, sin dejarlo ver sus ojos miel por más de un segundo. Bufó irritado y se rió un poco, al ver cómo David intentaba de darle comer palomitas, lanzándolas, pero estas chocaban en su nariz.
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Apolo x Llanos - Rivales
RomanceMiguel Llanos comienza la secundaria sintiendo las burlas de sus compañeros, entre un grupo de chicos que lo fastidian conocerá a el popular Apolo Ribera. Comenzará una rivalidad entre ellos, llegando a odiarse a muerte. O al menos eso es lo que ell...