POV: Martin
Entro al camerino tras acabar la última actuación de hoy. Estoy rebentado, pero no me quejo. Prefiero mil veces quedarme sin energías por hacer diez veces seguidas la misma obra, que trabajar ocho horas al día en un trabajo convencional.
No me extraña ver cartas y dibujos repartidos por mi tocador. Mis fans siempre nos traen cosas a todos los actores y los organizadores nos lo reparten mientras actuamos.
– ¡Mira que dibujos mas guapos me han hecho! – chilla Paul, emocionado, entrando a mi camerino con un montón de ilustraciones en la mano.
– ¡Si, a mí también me han traído unos cuantos! – comento yo, también emocionado y ambos procedemos a enseñarnoslo todo.
Siempre lo hacemos. Es como un ritual que tenemos entre los dos. Y no es que queramos excluir a los demás, nada que ver, siempre les hemos propuesto venir con nosotros para enseñarnos los regalos de los fans y hablar de cómo nos hemos sentido en la actuación, pero nunca vienen.
Yo quiero mucho a todo el equipo, pero es cierto que todos tienen la fama subida a la cabeza, y dice que eso son “niñadas” que demuestran falta de profesionalidad, pero a Pablo y a mí, nos da igual.
Nosotros no somos como ellos, que vienen de familias ya de por sí famosas. Paul y yo nos conocemos desde primero de carrera artística, en Madrid y tuvimos la gran suerte de que una productora de teatro nos fichó a ambos, pero nunca hemos olvidado nuestras raíces y siempre nos emocionamos con cosas tan “simples” como una carta.
– ¿Aun seguis aqui? – pregunta Nacho, nuestro representante – Todos han ido al hotel, ya.
– Estamos acabando de leer las cartas. Son preciosas. – dice mi compañero, secándose una lágrima, provocada por las preciosas palabras que le ha escrito alguien.
– A mi solo me queda una. – digo, antes de abrirla.
“Para Martin,
Espero que estes disfrutando de esta gran experiencia, porque te lo mereces.
Mereces disfrutar, antes de morir.Firmado,
Tu admirador mortal.”– ¿Qué te pasa, Martin? – pregunta Nacho, preocupado y yo solo soy capaz de entregarle la carta – Ya es el tercero que recibes, ¿no?
– El quinto. – digo yo – Los últimos no te los enseñe, porque sabía lo que me ibas a decir. – confieso.
– ¿Y no crees que ya va siendo hora de contratar a alguien de seguridad? – pregunta Nacho.
– ¿Que voy a contratar yo a alguien de seguridad? Ni que fuera Beyonce. – digo.
– Martin… – empieza a hablar Paul – Sabes que normalmente estoy de tu lado… pero cinco amenazas son muchas. Y más viniendo de la misma persona.
– ¿Y qué hago? ¿Pongo un anuncio en internet de “busco guardaespaldas” y que se presente mi “admirador mortal”, para cumplir con sus amenazas?
– Ahí tiene razón. – dice mi compañero.
– No vas a poner ningún anuncio por ningún sitio. – dice nuestro repre – Ahora id al hotel y mañana, cuando estéis en vuestra casa, os presentaré a un amigo de confianza, que es segurata privado.
– Está bien. – accedo finalmente, poniendo los ojos en blanco.
– ¿Tu has recibido alguna amenaza? – le pregunta Nacho a Paul.
– Por suerte, no.
******
Pablo y yo compartimos casa en las afueras de Madrid. Primero, porque no hay tanto ruido, al no estar en el centro y segundo, porque vivir en las afueras es mucho más barato y más partiendo los gastos entre dos personas. Además, a menos de diez minutos andando, tenemos una línea de metro que conecta con el centro y la mayoría de veces, nos viene a buscar un taxi, para llevarnos al teatro que tengamos que actuar.
La casa no está mal. No es muy grande, pero tampoco necesitamos que lo sea. Solo hay una planta, con cocina-comedor, sala de estar, un baño para invitados y tres habitaciones con baño propio —de las cuales, una la reservamos para las visitas—.
También tenemos un jardín relativamente grande, con una piscina, una mesa de picnic y un pequeño huerto, donde cultivamos nuestras propias lechugas y tomates —y ahora, también estamos intentando cultivar berenjenas—, porque sí, porque podemos y nos apetece tener algo un poco más natural que lo podamos encontrar en los supers.
– Nacho está en camino. – digo, leyendo el mensaje de nuestro representante, mientras Paul está acabando de preparar la comida. Hoy le toca cocinar a él.
– Pues suerte que he preparado comida de más. – dice, haciéndome reír levemente.
En menos de quince minutos, suena el timbre y voy yo a abrir la puerta. Nacho entra, acompañado de un chico joven que —como máximo—, debe tener un par de años más que yo, vestido de traje y corbata.
– A no. Ni de coña. – digo yo – Que acepte tener un guardaespaldas, no significa que quiero que la gente sepa que tengo un guardaespaldas.
– Hola a ti también. – dice Nacho – Martin, este es Juan Jose Bona, tu segurata personal.
– Encantado. – dice el mencionado, dándome su mano, la cual yo acepto en un saludo cordial.
– ¡Hola! Yo soy Paul. – saluda energéticamente, saliendo de la cocina – La comida ya está lista.
Con un silencio incomodo, vamos los cuatro al comedor —donde yo ya he parado la mesa previamente— y, aun con ese silencio, empezamos a comer.
– Muy rico, Pablo. – digo yo.
– Gracias. – agradece el – Entonces, tú eres el guardaespaldas de Martin, ¿no?
– No, si va vestido así. – digo yo.
– Martin… – me recrimina Nacho.
– ¿Qué le pasa a mi ropa? – pregunta el guardaespaldas, confundido.
– Ya lo he dicho antes. No quiero que la gente sepa que tengo un segurata. – digo – Además, no entiendo porque todos los guardaespaldas van de traje. ¿No es incómodo, para pelearse y esas cosas?
– Para nada. – responde él – Pero si lo prefieres, ya ire de paisano.
– Mejor.
– En fin. – habla Nacho – Juanjo se va a quedar aquí, en vuestra habitación libre. – dice – Por su sueldo no os preocupéis, que ya lo paga la compañía. Tener un segurata entra dentro de vuestro contrato. – explica.
– En un principio, solo soy el guardaespaldas de Martin, aunque también te protegeré a ti, si se da el caso. – dice Juanjo, mirando a Paul – Pero mi prioridad siempre va a ser Martin. – dice, ahora mirándome fijamente a mí, con una voz que haría sentir seguro a cualquiera.
– Muy rico todo, Paul. – dice Nacho – Yo me voy a ir yendo, que tengo más cosas que hacer. Dejare tus cosas en la entrada. – le dice al guardaespaldas – Que os vaya bien, chicos. – nos dice a todos, antes de irse.
– En fin, voy a lavarlo todo. – dice mi compañero, cuando ya hemos acabado de comer – Hazle un house tour a nuestro nuevo “inquilino”, mientras tanto. – me dice.
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Y aquí tenéis el primer capítulo!!!
Espero que os guste💕💕
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El guardaespaldas
FanfictionMartin Urrutia, famoso actor de musicales, se ve obligado a contratar un guardaespaldas, cuando empieza a recibir mensajes preocupantes de fans y haters demasiado obsesionados.