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•Dip you in honey so I could be sticking to you•
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Miguel y yo nos pararamos frente a mi padre en el nuevo dojo mientras él nos miraba fijamente. Miguel miró hacia atrás mirándome a mí y mi padre, ambos vestidos de karate. Me había dado uno de sus antiguos Gi, de cuando empezó karate, ya que los otros me quedaban grandes, porque mi padre es una persona muy alta a diferencia de mi.
-Entonces, ¿voy a conseguir el pijama de karate también...- dijo el señalándome.
-¡SILENCIO!- mi padre gritó, haciendo que Miguel y yo nos sobre saltásemos.
-Dios mío, eres un megáfono humano- dije abriendo los ojos.
-El estudiante solo habla cuando se le dice que hable, ¿entendéis eso?-nos miró.
-Sí-Miguel dijo, pero yo me quede callad, mi padre se volvió hacia mí.
-¡Oh! ¿Era ese nuestro permiso para hablar?- dije bromeando, mi padre puso los ojos en blanco.
-No me toques los cojones, Alex- dijo el- Y siempre te dirigirás a mí como "Sensei"-Ambos asistimos a la vez con la cabeza.
-Sí, sensei- dijimos a la vez.
-Estos no son pijamas, es un gi, y obtendrás uno cuando te lo hayas ganado-me miro- La señorita Lawrence ya tiene uno, ya que está más avanzada que tú...- me miró.
-¿Srta. Lawrence?- dije mientras soltaba una carcajada.
-¡SILENCIO!-me grito en la cara.
-Me has escupido- dije limpiándome la mejilla.
-Ahora, ¿están ustedes dos listos para comenzar su entrenamiento?- nos miró.
-Sí, sensei- gritamos.
Sin siquiera saber cómo lo hizo tan rápido, Mi padre me agarró del brazo y me dio la vuelta. Comencé a quejarme, al notar mi espalda golpeando la alfombra áspera y fría, típico de mi padre, hacer lo que nadie espera que haga, por ejemplo, hacerme un llave para tirarme al suelo.
