|2| No estás solo.

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Se me atasca otra vez la llave en la cerradura

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Se me atasca otra vez la llave en la cerradura. Maldigo y a continuación propine una patada a la puerta como ya es costumbre en mí. En el momento en que me alejo del sol de la tarde y me adentro en el oscuro pasillo, siento que las cosas ya se están descontrolando un poco. Como era de esperar, la sala de estar se ha convertido en un vertedero: hay bolsas de patatas fritas esparcidas por la alfombra, mochilas, cartas de la escuela y deberes abandonados. Madara está comiendo golosinas directamente de la caja, a la vez
que intenta encestar algunos en la boca abierta de Sarada, que está en la otra punta de la habitación.

-Saku, Saku, ¡mira lo que puede hacer Madara! -Sarada me llama
entusiasmada mientras me quito la chaqueta y la corbata en la puerta-
¡Me los puede colar en la boca desde allí!

A pesar del desastre que los cereales han formado en la alfombra, no
puedo evitar sonreír. Mi hermana pequeña es la niña de seis años más
mona de la historia. Sus mejillas con hoyuelos, teñidas de rosa por el
esfuerzo, aún conservan las formas redondeadas y rollizas de un bebé, y su cara está iluminada por una suave inocencia. . El pelo azabache tan común de mi familia, le cae como una suave capa hasta sus hombros, tan negro y fino, el flequillo se divide en su frente dejando a la vista sus preciosos ojos negros que siempre observan todo con seriedad y curiosidad.

Era una niña bastante madura para su edad, aunque algunas veces su comportamiento infantil y dulce salía a relucir. Después de todo solo tenía sies años recién cumplidos.

Me acerco hasta ella y beso su mejilla regordeta con cariño.

Me dirijo a Madara con una sonrisa.

-Parece que habéis tenido una tarde muy productiva. Espero quedónde guardamos la aspiradora.

Madara me responde lanzando un puñado de cereales hacia Sarada. Por un momento creo que va a ignorarme, pero entonces suelta:

-Esto no es un juego, son prácticas de tiro. A mamá no le importará,
esta noche ha salido con su «amante» otra vez, y para cuando vuelva a casa
estará demasiado hecha polvo como para darse cuenta.

Abro la boca para reprenderle por lo que ha dicho, pero Sarada le está
animando a seguir, y como veo que no se enfada ni discute, lo dejo pasar y
me derrumbo en el sofá. Mi hermano de trece años ha cambiado en los
últimos meses: ha crecido durante el verano y su ya delgada constitución se ha acentuado; sus ojos negros característicos de nuestra familia se han endurecido. También ha cambiado algo en su actitud. El niño que fue sigue ahí, pero está enterrado bajo una desconocida severidad: el cambio alrededor de los ojos, el gesto desafiante de la mandíbula, la risa fuerte y sin alegría le dan un aspecto extraño y afilado. Sin embargo, en los breves y auténticos instantes como éste, en los que simplemente se lo está pasando bien, se le cae la máscara y vuelvo a ver al hermano que fue.

-¿Sasuke hará la cena hoy? -pregunto.

-Pues claro.

-La cena... -La mano de Sarada planea hacia su boca en señal de
alarma-. Sasuke me ha dado un último aviso.

Forbidden |Sasusaku| [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora