La luz del alba se filtraba tenuemente por la ventana cuando Edgar despertó. Parpadeó un par de veces, desorientado, frotándose los ojos aún somnolientos.
Bostezó ampliamente y se estiró perezosamente en el mullido sillón donde había dormido aquella noche. Fue entonces cuando notó algo extraño: Colette ya no estaba a su lado.
Se incorporó inquieto, mirando a su alrededor con confusión. El resto de sus amigos también parecían haber partido, dejando la habitación de Chester en un completo desorden, llena de almohadones y sábanas esparcidas por doquier.
El payaso roncaba plácidamente en medio del caos, ajeno al mundo. Edgar lo habría contemplado divertido de no ser porque un aguijonazo de preocupación lo asaltó al percatarse que Colette no estaba por ningún lado.
"¿Dónde se habrá metido?" pensó poniéndose nervioso. Fue entonces cuando vio sus zapatos, perfectamente alineados al lado del sofá donde había dormido. Sonrió aliviado: esos detalles eran típicos de su alegre compañera.
Se calzó con calma, asegurándose su bufanda nueva a juego. Con calzado y abrigo listos, partió hacia la salida del cuarto de Chester. Sus amigos debían estar en algún sitio del enorme palacio, y él los iría a buscar.
Salió al largo pasillo solitario, iluminado tenuemente por candelabros de piedra. Sus pasos resonaron ecos bajo las altas bóvedas. "Colette, ¿dónde estás?" susurró su voz suave, mientras empezaba su exploración por los dominios de la intimidante pero anfitriona Mandy.
Como último recurso, se dirigió a la tienda de dulces en la planta baja, con la esperanza de encontrar a Mandy. Al asomarse pudo ver su imponente figura tras el mostrador.
Se acercó con cautela, temiendo despertar su furia mañanera. Pero para su sorpresa, la intimidante chica parecía particularmente risueña ese día.
― Buenos días, Mandy. Disculpa, ¿has visto a mis amigos? Salieron temprano y quisiera alcanzarlos ―Preguntó educadamente.
Ella lo evaluó con la mirada como de costumbre, aunque una extraña chispa iluminaba sus ojos azules. Edgar sostuvo su mirada con valentía.
― Salieron todos juntos hace rato, te dejaron dormir ―Explicó Mandy con su tono frío habitual― Fang dijo que te veías cansado después de todo.
Edgar asintió agradecido por la información. Iba a retirarse cuando la voz de Mandy lo detuvo de nuevo.
― Espera, Edgar. Antes de irte, ¿podrías responderme algo...? ―Pidió con inusual timidez, casi imperceptible.
― ¿Eh, dime? ―Contestó el chico con curiosidad.
Mandy dudó unos segundos antes de soltar su pregunta. Sus mejillas habían adquirido un suave rubor corinto.
― ¿C-Cómo es Chester cuando está contigo? ¿De qué cosas hablan? ―Soltó de carrerilla, mirando a otro lado, aparentando indiferencia.
Una extraña sensación recorrió a Edgar, quien no dejaba de sorprenderse ante la visible debilidad que la dura Mandy mostraba al mencionar a idiota amigo.
Sonrió para sus adentros y decidió ayudarla, a su manera. Así comenzó a relatar anécdotas y detalles de la personalidad tan particular de Chester que Fang le había contado, como su característico humor loco y su facilidad para conectar con cualquier persona, tambien mencionó que cuando Chester hablaba de ella, se comportaba de forma extraña.
La chica asintió contenta al escuchar, hasta le regaló un par de caramelos.Ahí el chico se despidió de Mandy y salió del palacio de dulces, pensativo. Las palabras de la intimidante chica parecían esconder sentimientos encontrados hacia Chester, aunque tratara de ocultarlos con su fría fachada.
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A "Chemistry" She Can't Deny ― Colette X Edgar ―
Fanfictie¿Que sería de la vida sin el amor? ¿Y si ese amor solo esta a un paso? A un paso de arruinarte tu vida por completo, como le ocurrió a Edgar. Un pequeño accidente desató un fuego ardiente en el interior de Colette, un fuego que moría por Edgar. Si e...