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—Oye vampiro tonto, me voy a casar con Dylan —Xue anunció la noticia con gran entusiasmo a su mejor amigo

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—Oye vampiro tonto, me voy a casar con Dylan —Xue anunció la noticia con gran entusiasmo a su mejor amigo.

El vampiro que la amaba se quedó sin palabras, pero sonrió antes de darse cuenta de que debía felicitarla.

Jake creyó haber cerrado su corazón, hasta que la noticia del reclutamiento de Dylan para la guerra lo tomó desprevenido. Xue nunca dejaría de amar a ese joven incluso si su vida se apagaba en el campo de batalla y Jake no soportaría verla atravesar por ese dolor.

—Intervenir en los conflictos humanos no es algo sabio —le advirtió su leal sirviente, un mago de humo que lo cuidó desde su nacimiento.

—Ya sabes las consecuencias por robarle a un vampiro.

—No es a usted a quien afecta directamente.

—Los humanos son estúpidos, su absurda guerra está robando la felicidad de Xue, pagaran por ello —sentenció Jake con firmeza.

Así fue como el vampiro decidió intervenir salvando a la familia de Xue. Lamentablemente el castigo de Jake fue severo, su raza le impuso una maldición y fue así como debió dormir durante décadas para recuperarse de sus heridas y frenar el alcance de la maldición que contenía sus poderes. Solo los descendientes del primer mago de humo cuidaron de él sabiendo parte de la historia, en la que una daga inició el conflicto.

Aquella reliquia antigua fue un obsequio de protección y profunda gratitud que Xue le regaló a Jake por salvar a su amado.

Jake custodio aquella reliquia con su vida desde que se separó de Xue y años más tarde fue la única pista para volver a encontrarla.

—La nieta de Xue, ¿eso significa que ella?

—Como descendiente de un dragón, estoy seguro, que todavía sigue con vida.

—No, ella era mortal. Si ha pasado tanto tiempo, quizá... —tosió Jake sin poder continuar.

—No se preocupe por eso maestro, iré a recuperar la daga, esa ladrona pagará por su atrevimiento.

—Déjala en paz.

—Pero, mi señor su tesoro...

—Volvió con su verdadera dueña. Iré a descansar, deberías hacer lo mismo.

«No, ella debe pagar». —El mago de humo se dirigió a casa de Gwyn, aunque sabía que ella podría estar prevenida ante su venganza. Dekan haría lo que fuera por su maestro.

—¡Gwyn! ¿estás segura de esto?

—Sí, la barrera interferirá con la magia —dijo ella terminado de colocar la última runa al círculo mágico fuera de su casa.

—¿Y qué hay de ti? Conocen tu rostro o al menos tu apariencia como heroína. Debemos decirle a tus padres —insistió Kai.

—No hablaré y tú tampoco.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque confío en ti —aseguró sin dudar—. Y también porque sé que no querrás que me mude solo porque un mago loco y un vampiro aparecieron.

—Sé que crees poder con todo sola, pero no dejaré que te pongas en peligro si puedo detenerte —suspiró todavía dudando de traicionar su confianza para protegerla—. Hablaré con Jayden —decidió, sacando su móvil.

—¡No! —Gwyn se acercó, pero antes de que pudiera quitarle el celular alguien más se adelantó.

La niebla oscura los envolvió y el mago apareció frente a ellos, pero esta vez su objetivo no fue Gwyn sino Kai. Atrapó al chico y lo rodeó de brumas de humo pretendiendo asfixiarlo.

—¡Suéltalo! —exigió Gwyn, perdiendo la calma por completo usó sus poderes para atacar sin medir las consecuencias.

Ella manipuló y lanzó las macetas que tenía al alcance simultáneamente revelando sus poderes.

—Te ves diferente, pero definitivamente eres la chica dragón —el mago la identificó fácilmente—. Ladrona, si quieres al chico entrégame la daga que hurtaste —amenazó con Kai como rehén.

—No lo hagas ¡Corre! —logró pronunciar Kai tratando de cubrirse para no inhalar el humo.

—¡No te voy a dejar! —gritó Gwyn—. Traeré la daga, así que suéltalo ya —pidió por la seguridad de su amigo.

—Primero dame la daga, luego lo liberaré.

—¿Cómo sé que no mientes? —cuestionó hábilmente—. Dame una garantía, júralo por tu nombre, sé que es sagrado para los magos.

—No estás en posición de negociar, pero de acuerdo, yo Dekan juro que no tocaré a tu amigo si me entregas la daga —prometió.

Gwyn fue rápidamente por ella y regresó para entregársela a cambio de Kai. El mago de humo tomó la daga, pero en lugar de dejar a Kai, pretendía atravesarlo con ráfagas cortantes.

—¡No! Lo juraste —reclamó furiosa corriendo hacia Kai.

—No tengo que tocarlo para acabar con él. —Dekan se burló ante su mirada de impotencia.

—¡No! ¡Kai! —gritó Gwyn tratando de alcanzarlo en medio del humo y las ráfagas filosas que pronto llegarían hasta él.

No le importó nada más que salvarlo y fue entonces cuando el fuego violeta se extendió desde la punta de sus cabellos hasta sus pies, envolviéndola por completo. El poder de las llamas sagradas logró quemar incluso al evasivo mago cuyos poderes quedaron anulados.

Gwyn no sabía del daño que ese fuego causaba, no era igual a las llamas que solía crear cuando practicaba. Las llamas sagradas ardían con intensidad y sus marcas no desaparecerían incluso después de la reencarnación.

Dekan se vio superado, aunque deseaba acabar con ella,  decidió irse con la daga en su poder.

Mientras tanto Kai reaccionó, todavía mareado por el humo. Se incorporó intentando llegar hasta Gwyn para detenerla. Aunque ella no parecía escucharlo, Kai logró cruzar entre las llamas sin quemarse y solo sintiendo su calor.

—Todo está bien, deten esta rabieta —la instó a controlarse.

Las llamas se apagaron al mismo tiempo que Gwyn reaccionó para abrazarlo.

—Definitivamente tenemos que decirle de esto a tus padres —dijo él seriamente.

—Y a los tuyos también —replicó todavía con lágrimas en su rostro.

—Sí, parece que haremos un viaje juntos —sonrió y ella también lo hizo sin dejar de abrazarlo.

Continuará...

 Continuará

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Lilac FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora