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—¡Gwyn! ¿Estás bien?

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—¡Gwyn! ¿Estás bien?

La voz de Kai la despertó, pero al darse cuenta estaba dentro de una celda con dos personas más a su alrededor. Un chico de cabello blanco medio azulado y una chica rubia de ojos rosados. Kai estaba en la celda del lado junto a otro chico con gafas oscuras y cabello negro.

—¿Kai? —Gwyn lo llamó y se acercó a los barrotes de la celda que los separaban.

—Tranquilícense nuevos —pidió el pelinegro al lado de Kai—. Al emperador no le gusta el bullicio antes de las batallas.

El chico se presentó como Logan un maestro en armas que no tenía ningún poder elemental. Logan les explicó un poco sobre el lugar en el que estaban, era una dimensión gobernada por un emperador loco que disfrutaba de las batallas entre elementales y humanos ingeniosos.

La mayoría de los prisioneros eran jóvenes extranjeros con poderes elementales, humanos o viajeros que el reino atrapaba.

—Debemos salir de aquí.

—No es posible, las celdas están diseñadas para frenar nuestros poderes. No importa que elemento uses será anulado —le advirtió el peliblanco llamado Isak, un elemental de hielo.

Isak aparentaba ser amable, pero Gwyn no podía bajar la guardia. Todos ahí eran aliados de momento porque no podían usar sus poderes, pero serían enemigos cuando entraran en el coliseo.

—La única salida es a través de la victoria en el campo de batalla —sentenció Amity, una elemental de agua.

—No todo es tan malo, nos dejan formar equipos. Seamos aliados solo hasta quedar nosotros —propuso Logan pasando un brazo por los hombros de Kai de forma amistosa—. Ya que no tienes poderes te enseñare a usar un arma como yo —ofreció cerrando el trato unilateralmente.

—¿Equipo? ¿Significa que no somos los únicos?

—Hay otros en las demás aéreas, ahora están en el grupo A. Competimos contra los B, C y D, hasta solo quedar un grupo, sería bueno trabajar juntos —explicó Isak tratando de darle una mano a Gwyn en señal de amistad, pero tropezó y cayó sobre ella por culpa de su pie lastimado.

—¡Gwyn! —Kai aferró sus manos en los barrotes incapaz de ayudarla.

—¡Lo siento! —exclamó apenado Isak y se hizo a un lado en pocos segundos.

—Estoy bien, pero ¿tú? —dudó en preguntarle.

—Es una vieja lesión, lo lamento soy algo torpe, no espera, ¿lo dije en voz alta? —Isak parecía avergonzado ocultándose detrás de Amity.

—Sí y ya no hables —pidió ella para cubrirlo—. Como sea, te llamas Gwyn, ¿verdad? ¿qué elemento usas?

—Soy una elemental de tierra —mintió para ocultar su identidad y evitar que pensaran que no sería de ayuda.

Gwyn se aseguró de tener la perilla hechizada con ella en todo momento, y aunque no podía confiar del todo decidió formar una alianza con esos chicos. Al menos, hasta que estuviera en la arena del coliseo y pudiera usar sus poderes.

«Existen puertas, quizá no sean como las que buscas, pero podrían servirte» —escuchó Gwyn la voz de Isak, directamente en sus pensamientos.

Ella fijó su mirada directamente en él, pero Isak solo sonrió. Los demás a su alrededor parecían no notarlo, pero Gwyn estaba inquieta, se suponía que no podían usar sus poderes en ese lugar.

«La telepatía no es exactamente un poder con el cual podrías escapar de aquí» —la voz volvió a intervenir en sus pensamientos.

—¿Eras tú en esa casa abandonada? —le preguntó Gwyn directamente, pero él no respondió.

Los demás la miraron extrañados, pero Gwyn fingió que estaba teniendo una pesadilla, mientras intentaba descansar.

«Puedo ayudarte. Solo promete que se llevarán a Amity con ustedes» —pidió la voz nuevamente invadiendo sus pensamientos.

«Puedo decirte que sí, pero ¿cómo estás seguro de qué no te mentiré?» —le preguntó ella internamente.

«Porque eres tú» —respondió él ambiguamente—. «Mañana te cubriré para que puedas acercarte a las puertas elevadas, de ahí el emperador en ocasiones libera bestias salvajes» —explicó mediante la telepatía.

Gwyn dejó de fingir que dormía y sentó frente a Isak, mientras planeaban una estrategia juntos. Él confiaba ciegamente en ella como un tonto, mientras que ella no sabía que sentir al ver su sonrisa que le provocaba extrañas cosquillas en la cabeza. Mientras los demás dormían, Kai los observaba de vez en cuando con una ligera molestia y preocupación, sabía que Gwyn no era fácil de engañar, pero también conocía su lealtad y bondad mejor que nadie.

Por la mañana el equipo de cinco fue llevado a la arena. Isak había prometido ayudarla en todo lo que pudiera, pero Gwyn había decidido llevárselos a todos, por eso pidió que ellos protegieran a Kai en la batalla y les contó parte de su plan prometiendo liberarlos.

Durante su lucha contra el grupo B, aprovechó los poderes de Isak, para crear un puente de hielo que la ayudó a instalar la perilla en una de las compuertas metálicas, que se usaban para dejar entrar a las bestias al campo de batalla. Mientras los demás en su equipo luchaban, Gwyn envió primero a Kai por el portal, después dejó que cruzarán Isak y Amity. Quedándose sola con Logan para detener a los guardias del emperador, que para ese momento, ya se habían dado cuenta de su escape.

Logan disparó durante todo el trayecto hacia el portal y Gwyn elevó una nube de polvo con la tierra que manipuló para camuflar su huida. Al llegar fueron ayudados por sus amigos que tiraron de ellos hacia el portal. Gwyn logró destruir la perilla justo después de tomar la mano de Kai, para que nadie de ese mundo pudiera seguirlos, aunque luego se arrepintió un poco de esa decisión.

Continuará...

Continuará

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Lilac FlameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora