XXIV.

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P.O.V SONIA STONE

El día había pasado en un parpadeo y ya estaba apunto de salir del trabajo, en todo el día no volví a ver a Sandra y realmente me da pena verla a la cara después de que su tía nos interrumpió, aún así estoy muy feliz que iré a su casa, me muerdo el labio y guardo un par de trabajos para apagar la computadora.

-¿Sonia? – me llaman y alzo la cara –
- Dime Franco – respondo y sonríe tímido –
- Quería saber si – susurra y sonrío confundida – ¿Quieres ir a cenar conmigo? – pregunta y me quedo en silencio –

Sonrío apenada y me siento mal porque él es un gran compañero y también buen amigo, quisiera aceptar pero ya tengo planes, entre tanto pensar escucho un carraspeo y volteamos para ver a Sandra cruzada de brazos mientras nos ve muy seria, ahora no sé que temo más si hablar o que hable ella.

-Jefa – dice Franco y me aterra la reacción de Sandra –
- Hola Domínguez – saluda fría y niego para apagar la computadora –
- ¿Entonces quisieras? – pregunta Franco ahora mirándome y me tenso –
- Yo – susurro y Sandra nos interrumpe –
- La espero abajo señorita Stone – avisa seria y se da la vuelta para salir de la sala –
- ¡Oh! La jefa primero – dice Franco de mala gana y volteo a verlo –
- ¿Qué significa eso? – pregunto y niega –
- Feliz noche Stone – se despide y se va –

Me quedo pensando en la amargura de Franco al saber que saldré con Sandra y me preocupa, yo no quiero unir el trabajo con lo personal y realmente me gusta trabajar aquí, todos son muy buenos y un gran equipo, resoplo cansada y dejo de pensar para arreglar mis cosas.

Después de veinte minutos ya estoy saliendo de la empresa, miro a todos lados y suena un claxon, me giro y veo el coche de Sandra, camino lentamente hasta ella y me subo, me giro para verla y esta seria aún, enciende el coche y unos segundos después salimos de la empresa para ir a su casa, me pongo el cinturón de seguridad y niego mientras miro por la ventana el camino, hoy Toronto tuvo de esos días que el calor abrumaba pero ya estando apunto de caer la noche el clima es diferente y me encanta.


**********

-¿Podemos hablar? – pregunto mientras entramos a la casa y Sandra se detiene para girarse a verme –
- ¿De Domínguez? – pregunta y niego –
- No, bueno sí pero no – respondo y alza una ceja como confundida – ¿Qué quieres Sandra? – pregunto finalmente y me mira frunciendo el ceño –
- ¡A ti! – responde y mi corazón se acelera – y odio que ese estúpido se acerque a ti – chilla y me rio acercándome a ella –
- ¿Mucho? – pregunto mientras rozamos nuestros labios –
- Demasiado – responde y sonrío para finalmente besarla – ¿No íbamos a la piscina? – pregunta sobre mis labios y muerdo su labio inferior –
- Creo que puede esperar – susurro y sonríe para besarme otra vez –

Sandra lleva sus manos a mis caderas y me abraza con fuerza, de un pequeño movimiento me alza y rodeo sus caderas con mis piernas, baja por mi mentón y lo muerde mientras jadeo y echo la cabeza para atrás manteniendo los ojos cerrados, Sandra sube una mano por mi espalda y se da la vuelta para caminar y subir las escaleras, lentamente y con pequeños gemidos mientras besa y muerde mi cuello llegamos a su habitación, cierra la puerta con mi espalda y se apoya de ella con una mano para seguir besándome, suelto su cabello y se da la vuelta para caminar hasta la cama, siento mi feminidad palpitar con tantas fuerzas y gemidos salen de mis labios cuando baja con besos hasta llegar al valle de mis pechos.

-Me encantas Stone – susurra con la voz ronca y subo su cara para besarla –
- Me encantas desde que te conocí Torrini – respondo y sonríe para volver a besarme –

Aprovecho que tiene una camisa manga larga y la abro con fuerza escuchando los botones caer al suelo, delineo con mi pulgar su piel blanca y me acerco a su torso para besar algunos lunares y pecas, la escucho jadear por lo bajito y sonrío para subir con besos a su cuello, Sandra me suelta el cabello y enreda sus manos en mis cabellos haciendo que un gemido salga de mis labios, baja la cara y nuestros labios se conectan, nuestras lenguas juegan y unos segundos después le doy la vuelta a Sandra para acostarla, me alejo y nuestras respiraciones son agitadas.

La amante de mi marido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora