7. crazy little thing called love

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Violeta se despertó sudando y con un calor increíble. Trató de levantar la sábana para que le diera el aire, todavía medio dormida, cuando se dio cuenta de que un brazo ajeno le pasaba por encima del cuerpo y se lo impedía. Se frotó los ojos y los abrió poco a poco, confundida, y se dio cuenta de que la fuente de aquel calor era el cuerpo de Chiara, que estaba pegado al suyo, con la cabeza apoyada en su hombro y el brazo por encima de su pecho. Emitía sonidos graciosos cada vez que respiraba, como un bebé teniendo un sueño agitado, y la pelirroja pensó que debía de estar ahogándose, con la nariz aplastada contra su clavícula.

Con el brazo que no tenía aprisionado cogió su movil y miró la hora, aún quedaba un buen rato para que sonara la música, pero sabía que no iba a ser capaz de dormirse otra vez, así que decidió levantarse. En cuanto se movió un poco, la chica que tenía al lado reaccionó encajando la cabeza en el hueco de su cuello y acomodando el brazo que tenía por encima de su cuerpo, agarrando su camiseta con el puño.

A ver cómo salgo yo ahora de aquí.

Muy despacio, puso su propia mano alrededor de la de morena que apretaba su camiseta y la acarició con sus dedos, relajando su agarre. Vale, paso uno conseguido. Se deslizó como pudo hacia el suelo bajo el brazo de Chiara, dejándolo apoyado en la cama poco a poco. Desgraciadamente, estaba tan pendiente de ella que no se dio cuenta de que, al seguir alejándose, la cama se acababa, y cayó al suelo dándose un buen golpe.

¡Au! Me cago en dios... —murmuró frotándose la cabeza. Miró a la morena, que, más allá de haber puesto una mueca y abrazase a la almohada ahora que ella ya no estaba, no se había despertado.

—¿Violeta? ¿Te acabas de caer de la cama? —preguntó Denna ronca y confundida.

—Sí, pero estoy bien. Perdón por desperarte, Denni.

—¿Y se puede saber que hace la Kiki en tu cama?

—Que estaba mala, le dije que durmiera aquí para que fuera más fácil por si se tenía que levantar a vomitar.

—Claro, y tú con ella por si tenías que sujetarle el pelo...

—¡Cállate! Hala, vuelve a dormirte, que todavía no es la hora.

—¿Y tú dónde vas ahora?

—Al baño. Chao —y salió por la puerta con sus crocs verdes en la mano, temiendo despertar a las demás si seguían con la conversación.

Realmente se dirigió a la zona de los baños, pero no porque tuviera ganas de ir, si no para arreglar una cosa en la que no había pensado la noche anterior. Entró en el de las chicas buscando un cubo o algo parecido que le sirviera, pero no encontró nada. Como última esperanza, fue al de chicos, y allí lo vio, un caldero con una fregona que le venía perfecto. Lo cogió y se acercó al grifo, con la intención de llenarlo, cuando escuchó una voz desde dentro de una de las duchas.

—Espera un poco, un poquito más.

Joder, qué susto, ¿quién coño está aquí a estas horas?

—A mí me da igual que vean que no estamos, eres tú al que le importa.

¿Ese no es...

—Ya te he explicado por qué y dijiste que lo entendías, así que no voy a discutir por eso.

... Juanjo. Y el otro Martin. La madre que me parió.

—Créeme que es lo último que quiero, discutir contigo es como un tiroteo, no sé ni por donde me vienen.

—Bueno, nos vamos entonces.

Mierda, mierda, me van a pillar aquí poniendo la oreja.

Violeta entró en modo pánico y empezó a mirar a todos lados, sabiendo que se le agotaban los segundos para seguir allí en medio parada. Lo más sigilosamente que pudo, volvió a dejar el caldero en el suelo, salió del baño de puntillas y se alejó unos cuantos metros. Luego respiró un par de veces para tranquilizarse y empezó a tararear la nueva de Lola Índigo mientras volvía a entrar al baño luciendo lo más despistada posible.

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