5. Sueños de un ángel

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Tenía su cuerpo encima mío, no recordaba como habíamos llegado a ese punto pero sin duda no me quejaba.

Sus labios estaban sobre mi cuello y sus manos bajo mi camisa recorriendo los lados de mi torso.

—Lilith —gemi en algún momento. Sus caricias se detuvieron y entonces me miró fijamente.

—No soy Lilith.

—Lo siento... es que... —No sé porque lo había confundido, ni siquiera estaba seguro de haber estado con él en esa posición desde el principio.

—Tranquilo, mi rey —y como si no le hubiera importa siguió con lo que hacía— estoy aquí para hacerte olvidar.

Empezó a quitarme la blusa y a besar mi torso...

Y ahí desperté.

No sabía porque estaba soñando con él y menos porqué estaba mezclado con Lilith. Extrañaba a Lilith, eso era obvio, pero, ¿qué tenía que ver Alastor?

Seguro estaba harto de su presencia, eso quería creer, pero me vi pensando en él, en su cuerpo encima mío...

Fuck, tengo que lavarme el cerebro con Cloro.

Después de quedarme pensando en el sueño por algunos veinte minutos, miré el reloj a mi lado. 4 y 20, la hora a la que solía despertarme.

Hice mi rutina mañanera mientras esperaba que el resto despertara, después de todo, estaba acostumbrado al silencio previo al amanecer. A las 5 ya estaba frente a mí escritorio, haciendo mis anotaciones en mi diario y planeando lo que debía hacer. Casi nunca cumplía con lo que me proponía en la mañana.

A eso de las seis de la mañana, mientras terminaba los planos de uno de mis más recientes diseños (otro pato), un golpeteo rítmico en mi puerta me interrumpió.

Era Alastor, todos en el hotel se levantaban mínimo a las 8, ese venado era el único anormal.

—¿Qué quieres? —masculle sin querer abrir la puerta.

—Majestad, espero que haya dormido bien —rodé los ojos ante su voz, era irritante que hablara con tanta galantería—, me alegra saber que no lo desperté.

—¿Viniste a darme los buenos días? —me acerqué a la puerta, aunque no tenía planeado abrir.

—Vengo a debatir los detalles del baile.

—¿Con lo que hablamos ayer no basta?

—Charlie me ha presentado algunas contrapropuestas y estoy en mi deber de discutirlo con su majestad.

—Pareces un lamebotas, ¿qué no eras un overlord? —bromee recostando mi espalda en la puerta.

—Entiendo que le molesten los modales y el buen comportamiento, mi rey, seguramente es demasiado para usted.

Abrí la puerta de golpe para gritarle en la cara que era una perra inútil que no sabía con quién estaba jugando. Pero sólo verlo me devolvió las imágenes de mi sueño, así que solo me quedé ahí pasmado como idiota.

—Je peux entrer ? —su francés era algo entrecortado y con acentuación un poco criolla, pero su voz tomaba una tonalidad más suave. Efectos del francés.

—Ya que —rodé los ojos haciéndome a un lado.

—Vous êtes un ange, mon roi —paso girando su bastón, con una sonrisa enorme y el pecho en alto. ¿Acaso no se cansaba de verse tan jodidamente confiado?

La verdad es que no fue nada importante lo que hablamos, que él se encargaría de los Overlords y yo del resto de pecados de los anillos. Fue algo que pudo haberme dicho mientras pasaba a un lado. A veces pienso que eran excusas para pasar tiempo conmigo.

Vals del Infierno || AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora