9. Es tu vida

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Pasaron unos cuantos días. Alastor ya no era un idiota conmigo y yo no lo insultaba... no mucho.

Nos vimos cada noche a la misma hora para ensayar el baile y con cada paso sentía como se desvanecían nuestras diferencias. Con cada nota de la canción escuché a su corazón cantar y al mío saltar por ello.

Era Lunes y desperté de buen humor, no había parado de pensar en el roce de Alastor cuando bailamos, en nuestra proximidad y en su aroma a bosque y bayas silvestres. Sabía que él lo hacía por obligación, pero el escenario se prestaba para que sus dotes innatos de cautivacion me afectaran.

Ahora estaba frente a mi gran ventana, observando a Charlie jugar con sus amigos a alguna clase de juego de mesa que los hacía moverse de un lado para otro y hacer diferentes muecas. La sombra de Alastor se apareció detrás de mí, lo supe por el frío que cubrió la habitación y él ligero viento que sentí a mis espaldas.

—Quizás debería estar con ella en este momento —musitó suavemente, sin usar su filtro de radio.

Sabía que me estaba aconsejando para bien, pero el hecho de que creyera que sabía más que yo sobre como ser un buen padre unido a mi sospecha de que el puto sabía que su voz sin filtro me encantaba y sobre todo, su cercanía, despertaron un montón de sentimientos que empezaron a pelear entre sí por ver quien sobreviría. Y como de costumbre, sobrevivió mi enojo.

¿Enojo de qué? No estoy seguro pero supongo que de no saber que mierda me estaba pasando con Alastor.

Fue así que sin darme cuenta estaba golpeando al ciervo mientras él trataba de mantenerme alejado con sus tentaculos. Entonces su sombra me agarró de un pie y me lanzó al otro lado de la habitación. Sin esperar saqué mi forma demoniaca y empecé a pelear con Alastor, aunque él sólo trataba de esquivar mis ataques y contenerme. Totalmente furioso no pensaba en lo que hacía, no medí mi fuerza y lo terminé lastimando más de lo que alguna vez quise. Rasgando todos sus tentaculos con mis uñas, volví a lanzarme encima de él. Su sombra quiso volver a detenerme, pero ya más preparado, la atrapé con mi cola demoniaca.

—¿Crees que puedes decirle a tu rey cómo ser un buen padre? ¿Crees que no sé lo que es mejor para Charlie? —agarraba su cuello con fuerza mientras sus manos intentaban en vano alejar las mías.

—No... —intentó hablar pero ejercí más fuerza. No lo quería escuhar, no quería sentirme tan vulnerable frente a su voz— No lo decía por Charlie —masculló apenas, como un quejido vocalizado que con su esfuerzo fue audible.

No lo solté enseguida porque no le entendí enseguida. Cuando lo hice mi transfomación desapareció y mi agarre había sido suavizado; no quité mis mano de su cuello, pero ya se podía mover con tranquilidad.

Sé lo que estás pensando, soy un dramático temperamental... La verdad es que sí y aún me averguenzo al recordar ese momento.

—¿Por qué me dijiste eso?

—Porque su majestad también merece disfrutar de los buenos momentos de la vida —respondió sin levantar su voz aunque, además de que seguro le dolía el cuello, estaba demasiado enojado. Lo podía sentir, su mirada llena de indignación e impotencia me hicieron sentir que se sentía odio hacia mí... Odio hacia mis acciones, mejor dicho.

—No lo creo... —me levanté de encima de él, permitiéndole moverse y sentarse.

Estaba arrodillado a su lado, viendo reflejadas en sus brazos las heridas que le había hecho en los tentaculos.

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⏰ Última actualización: Aug 13 ⏰

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Vals del Infierno || AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora