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Me encontré frente al corazón de Aeloria, tan cerca que el resplandor dorado de su superficie iluminaba mi rostro y el palpitar de su poder parecía resonar con el mío. Mis manos, temblorosas por la anticipación, se extendieron hacia él, movidas por una mezcla de deseo y determinación que me había consumido desde el momento en que ideé este plan tan audaz. Entonces, justo cuando mis dedos estaban a punto de envolverlo, el entorno cambió abruptamente, sumiéndose en una oscuridad total.

Desde ahí, la figura de mi padre emergió como un fantasma; su mirada impregnada de desaprobación y desdén. Sus palabras, frías y cortantes, resonaron en el vacío. Siempre una decepción. Su voz se convirtió en un eco que me perseguía, una censura que me atravesaba el alma. Saint apareció luego, su rostro pálido y sus ojos, vacíos y acusadores, me recordaron el peso de mis acciones, aquel error que no podía deshacer.

Y de las sombras Freen se materializó con una ira feroz, su presencia desbordante de una fuerza inimaginable. Con la velocidad de su divino linaje se abalanzó sobre mí. En ese momento, sentí el frío acero de una daga — o quizás era su propia mano — perforando mi pecho. El dolor fue tan agudo, tan real, que intenté gritar, pero ningún sonido escapó de mis labios.

Desperté con el corazón latiendo desbocado, un sudor frío cubriendo mi piel y el eco de esas visiones oscureciendo mis primeros pensamientos del amanecer. La imagen de una Freen furiosa, transformada en mi verdugo, me perseguía, haciéndome preguntarme si lo que viví era una simple pesadilla o una advertencia de lo que el destino me tenía reservado si continuaba por ese camino. 

Aún con el corazón palpitando salvajemente por el evidente terror del sueño, comencé a cuestionar la severidad de mi plan. La idea de robar el corazón, aunque nacida de una desesperación por recuperar mi honor y lugar en Thalassia, ahora parecía una fantasía peligrosa, casi suicida. Mis habilidades eran escasas, inexistentes para un acto de tal magnitud. La realidad era que necesitaría una preparación intensiva, aprender artes que nunca había considerado necesarias para alguien de mi estatus. Y luego estaba Freen, la princesa que, a pesar de su aparente amabilidad y desinterés, sin duda estaría dispuesta a defender el corazón con su vida. Su imagen, furiosa y letal, apuñalándome en el sueño me atormentaba. ¿Sería realmente capaz de tal acto en la vida real? La duda sembrada por la pesadilla me envolvía en un manto de miedo e incertidumbre.

A pesar del miedo que se enredaba en mi pecho, una chispa de desafío comenzó a arder dentro de mí. La verdad era que, en este punto, ya no me quedaba nada que perder. Mi honor estaba en ruinas, mi futuro en Thalassia había sido borrado, y mi existencia en Zephyria se había convertido en una sombra de lo que alguna vez fui. Si la muerte era el precio a pagar en mi búsqueda por el corazón de Aeloria, entonces estaría dispuesta a enfrentarla. Prefiero morir intentando realizar una hazaña monumental, intentando recuperar mi honor y mi nombre, en vez de languidecer en la oscuridad de un destino que no elegí.

Con una determinación recién forjada en el yunque de mis propias dudas y temores, decidí que seguiría perfeccionando mi plan en aquel rincón del bosque que había comenzado a considerar mi santuario, mi refugio dentro de las miradas acusadoras y los susurros venenosos. Me vestí con rapidez, optando por un vestido que me permitiera moverme con facilidad y discreción entre los árboles y sombras. Antes de abrir la puerta de mi habitación, lancé una mirada cautelosa a través de la rendija, asegurándome de que el pasillo estuviera despejado de testigos indeseados. Solo cuando estuve segura de que no había nadie a la vista, salí con sigilo, cerrando suavemente la puerta tras de mí.

Al darme la vuelta nuevamente, me sobresalté al encontrar a Freen justo frente a mí, sus ojos fijos en los míos, cargados de una mezcla de sorpresa y reproche.

¿Acaso vas a romper tu promesa? — Sus palabras me golpearon con la fuerza de un vendaval.

¿Cómo había llegado tan rápido? ¿Acaso había anticipado mis movimientos, sospechando que intentaría escabullirme una vez más y decidió esconderse para esperarme? Su presencia, tan repentina como inquietante, desató un torbellino de preguntas en mi mente. La sorpresa me dejó momentáneamente sin habla, consciente de que cualquier explicación que intentara dar sonaría a excusa. Freen, con su habilidad para aparecer justo cuando menos la esperaba, había vuelto a demostrar que subestimarla sería un error fatal.

Zephyria's Heart - FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora