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Las palabras de Prinya resonaban en mi mente como un eco interminable que se negaba a desvanecerse. Cada paso que daba parecía estar acompañado por la sombra de mi pasado, por el peso de mis errores y las dudas sobre mi verdadera intención en Zephyria. ¿Cómo podía una persona manchada por la sangre de un inocente merecer un lugar al lado de alguien tan puro y destinado a la grandeza como Freen? La inseguridad se había arraigado profundamente en mi corazón, enredándose con mis pensamientos y nublando mi juicio. La presión de demostrar mi valía se convertía en una carga cada vez más pesada y cada mirada que encontraba en el reino parecía estar llena de juicio y escepticismo.

Las preguntas se multiplicaban en mi mente como un enjambre de abejas, zumbando y picoteando cada rincón de mi conciencia. Cada duda era un cuchillo que se hundía más profundamente, alimentando mi miedo de no ser suficiente.

¿Estás bien? — La voz de la princesa me sacó abruptamente de mis pensamientos. Al levantar la mirada, la vi caminando frente a mí por el sendero hacia el campo de entrenamiento, su expresión preocupada.

Sacudí la cabeza ligeramente, tratando de despejar las nubes de incertidumbre que me rodeaban. Forcé una sonrisa, aunque la angustia seguía pesando en mi pecho.

Sí, lo estoy. — Respondí, aunque sabía que mis ojos probablemente decían lo contrario.

Freen me miró con detenimiento, como si buscara en mi rostro alguna pista sobre lo que realmente estaba pasando en mi interior. Su mirada era suave, pero inquisitiva, y no pude evitar sentir una mezcla de consuelo y temor bajo su escrutinio.

La mañana comenzó con una sesión intensa de entrenamiento cuerpo a cuerpo con Heng. Sentía el sudor perlar mi frente y el latido de mi corazón retumbar en mis oídos mientras me enfrentaba a él. Cada golpe, cada movimiento era una prueba de cuánto había mejorado desde mi llegada a Zephyria. Heng me observaba con ojo crítico, ajustando mi postura, corrigiendo mi técnica. Aunque su crítica era severa, había una nota de aprobación en su voz que no pasó desapercibida.

Has mejorado, Rebecca — dijo Heng después de un intercambio particularmente duro, su tono carente de la severidad habitual —. Tus movimientos son más precisos y tu fuerza más controlada.

Sentía el calor de sus palabras, una validación que llenaba mi pecho de orgullo. La tensión en mis músculos me recordaba cada hora de entrenamiento, cada caída y cada levantamiento. Sabía que aún tenía mucho por aprender, pero cada pequeño reconocimiento era un paso hacia adelante, una confirmación de que mi esfuerzo no era en vano.

El entrenamiento continuó y con cada movimiento sentía que estaba un paso más cerca de ser la guerrera que Zephyria esperaba de mí. Sin embargo, la sombra de mis inseguridades nunca estaba lejos. A veces, en medio de una secuencia de golpes y bloqueos, las palabras de Prinya regresaban con fuerza, nublando mi concentración. Aún así Heng no me daba tregua y sus instrucciones me obligaban a mantenerme enfocada en el presente.

Más tarde, la sesión se trasladó al campo de tiro con arco, una disciplina en la que aún luchaba por alcanzar la precisión de Freen. Ella se acercó con su arco, su figura elegante y segura, ofreciéndome instrucciones con paciencia y dedicación. Sentía sus manos guiando las mías, ajustando mi postura y mi agarre.

Respira. Siente la tensión del arco, haz que sea una extensión de tu propio cuerpo. — Me dijo, su voz suave pero firme.

Asentí, concentrándome en sus palabras. Sentí el calor de su cercanía y la calma de su presencia. Tiré de la cuerda, sintiendo la resistencia y solté la flecha. Voló con más precisión que antes, acercándose al centro del blanco. Freen sonrió y ese gesto iluminó todo mi ser.

Zephyria's Heart - FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora