Después del desastre

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- ¿Qué has dicho? - Preguntó la Sra Marilyn al escuchar a Caleb.

- He dicho que ellos no se irán a ningún lado. - Respondió mientras se acercaba a los señores. - Permítame preguntar algo, ¿ de verdad creen que sus hijos accederían a quedarse en un lugar donde no les aceptan, cuando por fin pueden ser felices? 

- ¿Vosotros no sois felices? - Preguntó el Sr Albert mirándoles mal. 

- Sí lo somos. Pero no cuando tenemos que escondernos simplemente porque un montón de gente clasista piensa que está mal lo que hacemos. 

El padre de Bill se acercó a él y lo agarró por los hombros. 

- ¡Escucha niño! ¡Deja de decir tonterías! está claro que solo quieres lavarnos la cabeza, igual que has hecho con ellos.

Bill y Richy al ver esto fueron corriendo a apartarlo del señor y ponerse cada uno a un lado del chico. 

- Pa, él no nos ha lavado la cabeza. Nos conocemos desde hace diez años y nunca nos hempos dañado de ninguna manera. 

- ¿¡ Cómo que desde hace diez años !? - Preguntó una voz que llegaba desde lo lejos y resultaba ser la de Rubí. 

- Rubí.. Sí, hace diez años en la fiesta de año nuevo que celebramos. Bill no tenía ganas de estar entre tanta gente, Caleb, estaba siendo ignorado, y yo ni siquiera podía acercarme a otras personas. Con tres niños sin suficiente vigilancia ¿qué esperabas que pasase? 

- Seguro que fue a partir de ahí que conseguimos práctica, y mejoramos mucho. - Añadió Bill a la explicación de Richy.

- Richard, por Dios, ¿ cuándo te has vuelto tan malcriado? Por favor, deja de decir tonterías sobre que te irás de aquí con estos dos muchachos. 

- Supongo que lo que quieres es que me vaya con esa de allí. - le dijo Richy a su madre señalando a Rubí. - Una chica falsa, egocéntrica y malvada que solo está interesada en mi para poder presumir con sus hermanas sobre su matrimonio ¿o me equivoco? 

- Eres terrible.. - comentó Rubí con lágrimas brotando de sus ojos. 

- ¡No hables de esa manera sobre una señorita! - Le gritó su padre muy enfadado. 

Richy estuvo a punto de contestarle de vuelta, pero Caleb le detuvo para hablar él. 

- Señor Albert, algo que debemos confesar, es otra de las razones por las que nos debemos ir. - Empezó a hablar él mientras temblaba. - Nosotros.. Pronto seremos una familia . Esto nos asusta mucho y creo que solos nunca podríamos hacerlo. 

- ¿Crees que eso me convencerá de permitir que lo que estáis tratando de hacer? Solo me estás dando más razones para negarme. 

- Padre, por favor... - Rogaba Richy. 

- Richard, cállate. Ya ni siquiera pareces mi hijo. - Le silenció a la vez que le miraba con decepción. 

Sally en ese momento enfureció, y con rabia se acercó, se puso delante de los chicos y le dio una fuerte bofetada al señor. 

- ¿¡Sally!? - Se sorprendieron los tres chicos al verla. 

- ¡ Por dios! ¿¡Cómo se atreve a hacerle algo así?! - Se asustó Rubí agarrando a la Sra Marilyn que estaba apunto de desmayarse por la impresión. 

- Cállese señorita por favor. - le dijo Sally a Rubí al oírla. - Señor, esto es lo último que me esperaba de usted. ¿¡ Cómo puede decirle algo así a su propio hijo !? Estos pobres chicos no están haciendo otra cosa, más que, tratar de vivir sin la preocupación que ustedes les separen. 

- Veo que todavía le defiendes. Sally, te estás arriesgando a perder todo, solo por defender a estos malcriados. Y lo sabes muy bien... - Le respondió mientras tomaba la cara de la mujer con fuerza. 

- ¡No me toque! - le gritó ella apartando la mano del hombre. - No puede asustarme señor. Yo ya no tengo miedo. Ni de que usted trate de hacerme algo, ni de que su esposa hable con mi familia. - Tras decirle eso se dio la vuelta. - Ninguno pensaría que su hijo fuese el único que empatizaría conmigo en mucho tiempo , sabiendo que los tiene a ustedes como padres. 

Sally, en ese momento, guio a los chicos para que volvieran a subir a la carroza, y ella, detrás de estos. El Sr Andrew, al ver subir a los cuatro, bajó y se acercó a los padres  de los otros dos chicos. 

- Escuchen, yo llegué a pensar en algún momento de mi vida lo mismo que ustedes. Hasta el día que conocí a mi esposa, y me mostró que ese pensamiento clasista era dañino. Es una pena que no se lo haya podido enseñar a mi hijo a tiempo. Espero que pueda curarse Sra Marilyn. 

- Yo no estoy enferma , no me falte al respeto doctor. - Le contestó la mujer acercándose a su marido. 

- Pues entonces comprenda de una vez que su hijo tampoco. - Le dijo sonriente el doctor, mientras se daba la vuelta y volvía al vehículo. - Bueno, este lugar no está en buenas manos, pero, seguramente cuando el día que lleguemos a volver, sí lo esté. - Y terminando de hablar, se fueron. 

- Ojalá que ese día llegue pronto. - Dijo la madre de Bill entre lágrimas, y con todos mirándola. 

- ¿Y Para ese momento seremos las personas que ellos verdaderamente quieren?- se preguntó Rubí captando la atención de los demás también. 



El trío poliamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora