CAPÍTULO 32

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Ante la sorpresa, Bella no comentó nada. Eso sí, su lindo rostro esta vez no lo era tanto. Bullía en su interior la rabia, el descontento, por ser quien salió humillada una vez más. Su mente perversa quiso creer que su amiga sabía de ese pequeño detalle, de que su matrícula estaba saldada y que fingió por pura malicia, por hacerla quedar mal. Pero el silencio de Emma y su cara de sorpresa, le hicieron dudar; parecía de verdad asombrada. Lucía incrédula; miraba la hoja una y otra vez, de camino al campus.

Emma marchaba al lado de Bella, inmersa en sus pensamientos, buscando la explicación para aquello que no comprendía. Su padre era quien pagaba los estudios; ellos hablaron justo el día anterior y él le aseguró que a fin del mes pagaría su cuota. ¿Cómo era que la matrícula estaba cubierta?

-Fue la señora, tu patrocinadora ¿cierto?

Emma detuvo su andar; se le quedó viendo, batía las pestañas según la luz llegaba a iluminarla. Más bien, fue la voz de Bella la que la hizo salir de su impresión. Y la razón la envolvió. Regina. No había duda, fue Regina. Sin añadir nada a la premisa de su amiga, ella tomó su celular y se alejó unos pasos.

Bella la contempló tecleando un número.

-Buenos días, Emma -respondió con voz sensual la ingeniera al otro lado de la línea.

La estudiante sonrió como hacía siempre que la escuchaba.

-Hola, Regina. ¿Estás ocupada? -siempre se aseguraba antes de comenzar una conversación por teléfono. Respetaba mucho su horario laboral, cosa que la ingeniera admiraba.

-En unos minutos iré a supervisar unos planos.

-¡Ya! Puedes hablarme entonces -confirmó.

-¿Qué ocurre? -cuestionó esta al oír su tono de voz tenso.

-Gina... fui a pagaduría -le anunció.

Emma esperó alguna reacción que no llegó. La ingeniera, tan acostumbrada a hacer las cosas por impulso y con tanto trabajo en su haber, no sabía a dónde ella quería llegar.

-¿Tuviste algún problema? -cuestionó alerta y dispuesta a resolver cualquier situación que estuviera a su alcance.

-Mi matrícula está cubierta -le informó.

-Lo sé, cariño -dijo la mujer con naturalidad. Como respuesta, recibió silencio en la línea. Emma se quedó inmóvil; confirmar que ella hizo aquello no era lo mismo que sospecharlo, aunque Regina era la única opción real para que eso sucediera. Se hacía mil preguntas que no podía expresar con palabras. ¿Cómo hizo? ¿Cuándo? ¿Por qué no se lo dijo? - ¿Emma?

-Estoy aquí - la morena oyó un leve sollozo-. Gracias -expresó con sinceridad, sin saber que más añadir.

La ingeniera sonrió.

-Cariño, no es nada -la tranquilizó.

Bella, desde una distancia prudente, observaba la escena. Emma tenía la mano cubriendo su boca y los ojos muy alertas. Ella se acercó con curiosidad.

-Sí, lo es, Regina Mills. Es mucho dinero.

-Te repito, no es nada. Lo importante es tu carrera. Y si puedo ayudarte, estaré muy feliz.

-¿Puedo verte hoy? -le preguntó y se escuchó más como un ruego.

-Por supuesto -la morena sonrió con la mirada puesta en los hombres que ella esperaba y que acababan de llegar a su oficina-. Mandaré por ti cerca de las cinco.

-Estaré en las inmediaciones del campus -anunció-. ¿De acuerdo?

-Sí, bonita.

-Hasta luego, Gina. Un beso.

Emma suspiró y secó la lágrima que antes se deslizó por su mejilla. Al girarse, se sobresaltó. Bella la observaba con atención, muy cerca, mostrando una media sonrisa.

-¿Un beso? -cuestionó con un tono de burla-. Pareces una mujer enamorada -escupió.

Emma la miró fijo a los ojos; en milésimas de segundos, todo el mal momento que pasó minutos antes en la oficina de Pagaduría, se presentó en su mente. Bella era una arpía y ella debía cuidarse. Así que se irguió, levantó el mentón y también le sonrió con sorna. Aunque nunca se quedaba callada cuando era cuestión de defenderse, no solía enfrentarse a nadie, pero

-¡Ya lo ves! -expresó levantando las cejas-. ¿Viste lo que consigo con dos o tres palabras bonitas? -sacudió la hoja frente a sus narices-. Y... si a eso le añado que no tengo viejos babeándome el rostro, creo que salgo ganando -dicho eso, y con el pecho alzado, le guiñó un ojo. Pasó por su lado sin esperar una reacción.

Bella levantó la mano y cerró el puño. El golpe fue tan contundente que la dejó en la lona. Un nocaut en toda norma. Pero ella no era mujer de quedarse conforme.

Ella pediría su revancha. Vaya que lo haría.

ME ENAMORE DE MI SUGAR (Adaptación SWANQUEEN)Where stories live. Discover now