Dos meses después del encuentro y el paseo por la ribera.
El timbre de la entrada sonaba con insistencia, pero la música infantil que se oía en el penthouse de Regina Mills, no facilitaba que los presentes lo oyeran. Los invitados, en su mayoría niños, gritaban mientras jugaban lanzándose a la piscina.
Lucy, imitando a los pequeños invitados que celebraban su cumpleaños, se lanzó por primera vez al agua. Después de hundirse ante la mirada aterrada de su abuela y madre, ella se impulsó, emergiendo a la superficie con bastante agilidad. Sus cabellos pegados en la carita, fue lo primero que vio su abuela en cuanto salió, seguido de sus bracitos, pidiéndole que la sacara del agua.
Lucy se aferró a los brazos de su abuela mientras Henry la secaba con una toalla los cabellos. La niña metió su cabeza en su cuello, buscando refugio; estaba asustada. La abuela, con la niña en brazos, corrió la puerta de cristal que dividía la terraza del apartamento para sacar a la pequeña del área y hacerla sentir segura.
Una vez dentro, oyó el timbre.
-Tranquila... -le dijo y la pequeña se aferró con más fuerzas-. Lucy, vayamos a ver quién toca. Tal vez es uno de tus amiguitos y te trae un regalito. No querrás que te vean así, ¿cierto?
Por fin, Lucy salió de su refugio y se quedó atenta a comprobar quién estaba detrás de la puerta; y por supuesto, se mantenía pendiente de su obsequio.
Después de abrir, lo primero que Regina vio fue una enorme caja. Luego, su cuerpo se conmocionó cuando descubrió que detrás se encontraba Emma. Lucy saltó de los brazos de su abuela para tocar la caja empacada con colores brillantes y un enorme lazo. La recién llegada le sonrió a Regina, en seguida le prestó atención a la festejada, que, al recibir su obsequio, lo agradeció y lo empujó con sus pequeñas manitos hacia el interior del apartamento.
La morena estaba sorprendida e inmóvil por la presencia de Emma, quien, al ver su cara de incredulidad, le mostró con un gesto divertido la invitación que días antes Henry le entregó en la ventanilla de la farmacia.
"Te estoy invitando a una fiesta infantil. Es tu oportunidad con mamá. No la desaproveches", le dijo después de guiñarle un ojo.
-Adelante. La verdad es que no te esperaba -admitió la ingeniera, luego abrió sus manos, señalando su ropa húmeda-. Disculpa la facha, tenía a mi nieta en brazos y estoy ahora goteando.
Emma rio.
-Te ves hermosa, como siempre -dijo sin quitar sus ojos de ella, que no dejaba de mirarla.
Tras unos instantes, la invitada desvió su atención a la niña, que abrió su obsequio con evidente emoción. Era una linda muñeca casi del tamaño de Lucy, que la abrazó mientras saltaba de alegría.
Mientras tanto, Regina se estrujaba las manos abiertas en sus bermudas con evidente nerviosismo, observando la escena.
En ese momento, Henry entró a la sala. Se encontró con la invitada, que le sonrió con cariño.
-Emma, hola. Qué bueno que pudiste venir -le dijo con un tono que denotaba su sincera alegría por su presencia.
-Gracias por invitarme, Henry -remarcó-. Tu hija es hermosa - declaró, luego se agachó para tocar sus cabellos.
-Te agradezco el cumplido. Ahora me llevaré a Lucy, debe atender a los invitados -Henry se mantuvo atento a los gestos de su madre, que se notaba incómoda, ya que, evidentemente, conocía su estado actual. Nervios a flor de piel-. Y tú, mamá, ve a cambiarte. Estás empapada -le guiñó un ojo a ambas cuando vio a su madre sonrojarse.
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ME ENAMORE DE MI SUGAR (Adaptación SWANQUEEN)
FanfictionCuando a Regina Mills, su nuera le sugirió que colocara un aviso buscando compañía en una aplicación de citas, ella y su hijo la tacharon de desquiciada; porque la sola idea, era una locura difícil de asimilar. Por otro lado, Emma Swan, estudiante...