CAPÍTULO 31

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Culpa, angustia, inseguridad, fueron algunos los sentimientos que embargaron a Emma durante los días que precedieron a la confesión de Regina, aquella mañana del pasado sábado. En esos días, ella lucía distraída en clases, con los ánimos caídos. Dormía poco y sólo se animaba cuando hablaba con la ingeniera. Sin embargo, una vez terminaba la llamada, se quedaba en silencio; sonreía con tristeza mirando la pantalla del celular hasta que algún comentario de Ruby la sacaba de su mutismo.

Su amiga lo notó, así que trató de animarla una y otra vez. Emma negaba que le ocurriera algo y, ¿cómo no hacerlo?, si sentía el arrepentimiento en la piel. La culpa y la angustia anidadas en el pecho. No quería ceder a aquellas invitaciones de sus amigas porque sabía que, en ellas, el tema de los amantes y sus múltiples desprendimientos económicos para el grupo, era la norma. Debía fingir que todo iba bien, que estaba en plena fluidez económica y en su máxima actuación.

Pero era que Emma no se sentía que engañaba a Regina; ella sabía que se engañaba a sí misma. O era una maravillosa persona a la que no le gustaba la mentira, o en el peor de los casos, estaba enamorada. Y no podía estarlo. No quería estarlo.

Aquel sábado, la ingeniera no permitió que la conversación que tuvieron opacara el plan que trazó desde que decidió que se verían ese fin de semana. Después de que le contara sobre su pasada desgracia, ella se quedó abrazada a sus piernas por largo rato, mientras la bella mujer le acariciaba la cabeza, pues desde que la vio entrecerrar los ojos, supo que estaba arrepentida de haberle cuestionado. Sólo se mantuvo en silencio, sentada en el piso, con la cara sobre sus muslos, sin atreverse a mirarla.

Pero, aunque fue difícil el recordar a Daniella frente a la joven desnuda, ella se sentía liberada. Hablarlo con otra persona fuera de su entorno familiar fue liberador; era como si desde el más allá, Daniella le hubiese abierto las puertas a una nueva vida, donde ella se sentía mujer, plena, amada y deseada. Y no estaba lejos de la verdad. Emma, con la cabeza sobre sus muslos, sólo pensaba en que no continuaría con aquello; no iba, de ningún modo, a lastimarla. No lo haría, se aseguró.

Pero el plan romántico que Regina elaboró, continuaba; después de que la joven rubia subió a los brazos de su amante, de besarla, de acariciarla hasta que ambas gimieron, volvieron a amarse con toda la ternura y calma que fueron capaces. Entonces ella le informó que debían bajar al Spa.

-Mmm... ¿Saldremos de esta cama? -se quejó la joven con la cabeza metida en su cuello.

-¿Qué te parece... -susurró pegada al oído- un delicioso baño de espumas, precedido de un masaje con piedras? -Emma respingó por la sorpresa-. Y luego -añadió acariciando su rostro- un almuerzo aquí, en la intimidad de la habitación. Champaña incluida.

-¿En serio?

-En serio -aseveró la ingeniera con la más grande sonrisa de satisfacción en el rostro-. Tenemos cita en media hora -le anunció.

Emma alzó las cejas y comenzó a repartir besos por su cara, boca y hombros. Estaba eufórica y Regina muy feliz al verla así.

Pero ahora, cinco días habían pasado y la reunión mensual de la Sororidad se acercaba. Emma no podía ausentarse, era una regla irrevocable y tampoco quería fingir. Bella, como si sospechara el rumbo que seguiría su amiga dentro del grupo a la que pertenecía, y en la cual mantenía una posición de liderazgo, le pidió apoyo con la solicitud de ayuda económica que debían llenar para pagar el trimestre universitario. Así que ese viernes andaban juntas, de una oficina a otra. Ambas esperaban frente a la ventanilla del Departamento de Asistencia Económica mientras comentaban trivialidades sobre la actividad del próximo fin de semana. La euforia de la castaña era evidente; no así la de la rubia, que buscaba la manera de evitarla. Comentó que ya no se sentía a gusto dentro del grupo y que prefería renunciar.

ME ENAMORE DE MI SUGAR (Adaptación SWANQUEEN)Where stories live. Discover now