Nia Argent tiene una familia complicada, son cazadores de hombres lobo, ella se enteró del negocio familia mucho antes que su hermana. Ella decidió entrenar con su madre Kate y su tío para ayudarlos, pero la única diferencia es que tenía el lema de...
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Mientras los chicos cerraban la puerta, yo seguía en el suelo, en shock. Miré cómo Stiles se acercaba decidido hacia mí.
—Nia, tienes que respirar —dijo, preocupado.
—Dime que no está muerto —le rogué, desesperada.
—No lo sé, pero tenemos que escondernos —respondió, tratando de calmarme.
—No puedo —murmuré, sintiéndome abrumada.
—Claro que puedes. Levántate, Argent, y saca tu pistola. La vamos a necesitar —me ordenó, mirándome fijamente.
Me sequé las lágrimas con la mano y asentí. Si el alfa había matado a Derek, no iba a detenerse. Así que hice lo que me dijo: me levanté y saqué mi arma.
—Esa es mi amiga —dijo Stiles, sonriendo un poco con orgullo.
Un gruñido lejano nos recordó el peligro.
—¡Vámonos! —gritó Scott, apurándonos a entrar al edificio para escondernos.
Toda mi tristeza desapareció. Ahora solo sentía rabia contra el alfa. Ojalá nunca me hubiera conocido.
Nos escondimos en un aula, pensando en qué hacer.
—Deaton, el alfa es tu jefe —dijo Stiles de pronto.
—¿Qué? No puede ser —dijo Scott, en shock.
—Es él —afirmé, recordando el ataque.
—No tiene sentido —murmuró Scott.
—¡Desaparece un rato y justo después aparece el alfa! —exclamó Stiles, frustrado.
—Hay que ser realistas, Scott —dije.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó él.
—Vamos a mi Jeep y nos largamos de aquí —propuso Stiles.
—Deberías renunciar a ese trabajo —le dije a Scott.
Nos acercamos a una ventana para intentar abrirla, pero estaba atascada.
—Stiles, ¿qué pasó con tu coche? —pregunté al ver el desastre.
—¿Está abollado? —respondió él, confundido.
—No, está destrozado —dije, señalando los daños.
Stiles miró su coche, atónito.
—¿Qué demonios? —murmuró, sorprendido.
De repente, algo atravesó el vidrio de la ventana, rompiéndolo.
—Y ahí está tu batería —dije alarmada.
Miramos afuera, pero no había señales del alfa.
—Es hora de irnos —decidió Stiles.
Corrimos hacia los vestidores, un lugar con pocas ventanas.
