Capítulo 6 - Ya no importa nada

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¿Sabes?, creo que te amo —escuchó a lo lejos. Cuando estuvo a punto de preguntar quién era el que decía eso, un estridente ruido lo despertó.

Carajo

Abrió los ojos, encontrándose con su compañero en su mismo estado: cansado. Pero no podían entretenerse mucho, tenían cosas que hacer.

—Goh, despierta —dijo Ash—, tenemos cosas que hacer —volvió a sacudirlo suavemente.

—¿Ash?, ¿desde cuándo eres tú el que se levanta temprano? —se quejó.

—Ni idea, creo que no dormí muy bien —contestó sarcástico.

—Perdón por eso, es que...

—Levántate, tenemos que empezar el día cuanto antes —lo interrumpió el de Pueblo Paleta.

OK. Esto está raro...

—¿Bien? Voy a cambiarme al baño —bajó de la cama, agarró la ropa de su mochila y se dirigió al baño.

¿Ahora qué hice? Sacudió la cabeza. Tal vez solo está cansado, como dice.

Terminó de vestirse con ropa cómoda, el día estaba más soleado que nunca.

—Ash, ya estoy listo —avisó, subiendo por la escalera—. ¿Nos vamos?

—Sí, vámonos —le sonrió levemente, como si quisiera decirle: "No te preocupes, estoy bien".

Salieron de la habitación y se encaminaron a los lugares que les indicaba el mapa, en absoluto silencio. Uno, estaba desesperado por empezar una conversación, el otro, simplemente estaba absorto en sus pensamientos.

—Ya llegamos —anunció Ash—, aquí fueron vistos los mudkip con comportamiento sospechoso.

—Ah, sí, sí. Los mudkip —estaba más distraído que de costumbre, y su costumbre era nunca estar distraído.

—¿Te vas a quedar mirándome o vamos a empezar con la misión? —arqueó una ceja.

Al de Ciudad Carmín se le subieron los colores a la cabeza.

Mierda, mierda...

—Lo que digas, empecemos.

Buscaron por toda la zona a los mudkips, sin embargo, estos parecían estar escondiéndose de ambos. No importaba qué tan lejos fueran, ni los rastreadores que reseteaban una y otra vez en busca de señales de los tipo agua, parecía que se habían esfumado.

—Carajo... —susurró el entrenador.

—Hey, cálmate. Los encontraremos, solo es cuestión de tener paciencia —trató de verle el lado positivo a la situación: estaba pasando tiempo con Ash, no se hablaban, pero estaban juntos.

El contrario solo se rascó un poco los ojos y suspiró.

—Estoy harto de esto, Goh. Quiero irme a casa —levantó la mirada, que hasta entonces tenía en el pavimento—. Han sido demasiadas emociones en muy poco tiempo.

—Te comprendo, al menos, un poco —una pequeña sonrisa se le escapó—. Es suficiente por hoy, ¿qué te parece si vamos a cenar?

—No creo que sea lo mejor; necesitamos terminar con esta investigación —recalcó.

—Y también necesitamos comer, Ash. ¡No puedo creer que esté convenciéndote sobre ir a comer! Amas ir a comer —rio un poco, esto era demasiado absurdo.

—Creo que me iré al hotel —desvió la mirada y volvió a clavarla en el suelo.

Algo le pasa.

El Diario del Caos - SatoGouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora