Capítulo 20

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Harry se encontraba en el balcón de su habitación, mirando hacia el mar a lo lejos. Habían pasado dos días desde que fue nombrado Rey de Peñaldos de Piedra, y hoy partiría hacia su nuevo hogar. Sin embargo, no sabía cómo sentirse. ¿Era feliz por iniciar un nuevo legado para el apellido Potter o frustrado por la responsabilidad que recaería sobre él?

Agradecía que su padrino lo acompañaría. Juntos, con la ayuda de la magia, restaurarían el castillo que había quedado en ruinas tras la guerra. Harry soltó un suspiro mientras se daba la vuelta y caminaba hacia su baúl. Lo abrió y buscó durante un rato hasta que encontró una pequeña caja de color negro. La abrió con cuidado y de ella sacó un anillo.

El Anillo de la Resurrección.

El ojiverde lo contempló durante un breve momento. Este objeto tenía un poder inmenso, pero también conllevaba un gran peso. Guardó la caja en su bolsillo y salió de su habitación. Allí se encontró con su guardia juramentado.

— Buenos días, Ser Raven —saludó Harry.

— Buenos días, Su Majestad —respondió el hombre.

Harry hizo un gesto para que lo siguiera, y Ser Raven Mormort no dudó en hacerlo. Ser Raven, un hombre de veintisiete años y tercer hijo, se había unido a las Capas Doradas. Decidió ser el guardia personal del ojiverde desde el mismo día de su coronación. Al principio, Harry había desconfiado, pues las Capas Doradas servían a Daemon. Pero si el príncipe canalla lo había enviado a espiar, Harry sería más astuto aún.

Los grandes pasillos de la fortaleza roja, decorados con su característicos colores rojo y negro, Harry aun no acontumbraba como las personas, se inclinaba ante el, diciendo: "Su majestad", "Rey Hadriel", y más el solo devolvía los saludos con asintimientos de cabeza.

— Rey Hadriel — el mencionado se dio la vuelta al escuchar aquello, y se encontró con una mujer de cabellos plateados y ojos lilas, vestida de colores azules.

— Princesa Rhaenys— saludó el joven de ojos verdes mientras hacía una pequeña reverencia a la mujer, que lo miró sorprendida — Me alegra mucho encontrarla en este bello día — sonrió, mostrando una expresión sincera.

Rhaenys lo observó durante un momento y luego invitó al joven a sentarse junto a ella, ofreciéndole una copa de vino.

— ¿Podría decirme, Su Majestad, por qué me buscaba? — preguntó la Targaryen mientras bebía de su copa.

Harry la miró y luego escudriñó el entorno. Sabía que había personas escuchándolos.

Tengo algo para usted y sus nietas — habló en Alto Valyrio, el ojiverde, fijando su mirada en la mujer.

— ¿Algo para mis nietas y para mí? — inquirió ella en el mismo idioma, sin dejar de mostrar su sorpresa.

— Todos saben que poseo magia, la magia ancestral de Valyria, y que soy el campeón de la Diosa Syrax — comenzó a decir Harry — Pero hay algo que nadie sabe, y tú serás la primera en conocerlo. Algo en mí me dice que puedo confiar en ti.

La princesa Rhaenys arqueó una ceja, intrigada. ¿Qué secreto guardaba el joven rey? Harry continuó:

*Este anillo que sostengo en mi mano es el Anillo de la Resurrección.Es un artefacto antiguo, imbuido de poderes que trascienden la vida y la muerte. — Harry mostró el anillo, cuyo diseño era sencillo pero cargado de significado.

¿Resurrección? — murmuró Rhaenys, asombrada.

Exactamente. — Harry asintió. — Este anillo me otorga el dominio sobre la muerte misma  — Su voz se volvió más solemne. — Con él, puedo traer a los espíritus de aquellos que han partido de este mundo.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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 𝐄𝐋 𝐃𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝑴𝑬𝑵𝑻𝑰𝑹𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora