La noche se cernía sobre el pueblo abandonado con un manto de oscuridad espesa. La luna apenas lograba filtrar sus débiles rayos a través de las nubes densas, arrojando sombras retorcidas sobre los edificios en ruinas. Carlos, Enrique, Jennifer, Luisana y María de los Ángeles caminaban por las calles desiertas después de una fiesta, sintiendo la atracción irresistible de la casa antigua que se alzaba ante ellos. Conocida como "La Mansión del Silencio", la casa parecía mirarlos con ojos vacíos desde sus ventanas rotas y su estructura cubierta de hiedra.
Con pasos vacilantes, los cinco amigos cruzaron el umbral de la mansión, sintiendo un escalofrío recorrer sus espinas mientras el aire frío del interior los envolvía. La casa resonaba con susurros inquietantes y crujidos ominosos, como si estuviera viva con una presencia antigua y maligna. A pesar de los advertencias silenciosas que sus instintos les gritaban, avanzaron más hacia el corazón de la mansión, sus mentes llenas de curiosidad y temor.