A medida que avanzaba la partida, una sensación de inquietud comenzó a cernirse sobre ellos. Sus risas nerviosas se desvanecieron gradualmente, reemplazadas por susurros ansiosos y miradas cautelosas. Un escalofrío recorría la espina dorsal de cada uno de ellos, como si estuvieran siendo observados por ojos invisibles en las sombras.
Los objetos en la habitación comenzaron a moverse inexplicablemente, las sombras danzaban en las paredes como entidades vivientes y extraños susurros llenaban el aire, haciéndolos estremecer de terror. A pesar de sus intentos por racionalizar lo que estaba sucediendo, la sensación de una presencia invisible acechando en las sombras persistía, envolviéndolos en un aura de miedo palpable.