ii. away we go . . .

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franco
04/04/2024






Se pueden ir todos a la re mierda. Esa última feature me recontra cagaron. Me chupa un reverendo huevo que Dennis haya metido tres podios seguidos, bien por él, pero no puede ser que justo en la carrera donde tenía chance de sumar unos re puntos me terminen descalificando por no se que poronga inventada.

Sé que pasaron ya como dos semanas casi de esa carrera, pero ahora voy a tener como un mes y medio para procesar la bronca, así que no vale la pena apurar procesos. Eventualmente se me va a ir la sensación de mierda de querer reventar todo y hacer que la FIA vuele por los aires.

Es que encima no era solo el equipo lo que me enojaba, en Williams también estaba todo como el culo. Bah, ellos no están enterados de que está todo del orto, era algo más unilateral. Se piensan que no se que en estos días le van a hacer tests a Kimi con el Mercedes para meterlo el año que viene en Williams. Como si el tanito ese hubiera destacado en lo que va de la temporada, el flaco va noveno pero bien que se pegó un lindo palo el otro día.

Tenía que hacer cosas para despejarme y reenfocarme durante estas semanas sin carrera porque sino no iba a poder mantener la cordura en Imola, a alguien iba a mandar a la mierda. Como la verdad no me copa mucho la idea de probar cosas nuevas, creo que la mejor opción va a ser descargar energías con la bici. Siempre que lo hago rinde sus frutos, o al menos la mayoría de veces.

Así que supongo que así van a ser mis días. Agarrar la bicicleta a la mañana, configurar la aplicación en el reloj para llevar registro de lo que hago, y dar vueltas por la isla hasta que me sienta más despejado o mi cuerpo me pida a gritos que pare, lo que sea que pase primero.

Como siempre dice mi ingeniero de carreras: "no hay mejor día para hacer algo que hoy". Apenas terminé de desayunar mis tostadas con queso crema y dulce de leche de todos los días fui al garage a buscar la bici y revisar que todo esté en orden para salir a pedalear. Una vez que chequeé todo, subí devuelta a mi cuarto para cambiarme y agarré las protecciones necesarias para no terminar con un hueso roto como el año pasado. Una vez que ya estaba todo salí sin un rumbo específico por la costa. Siempre me encantó bicicletear acá en Mallorca por lo tranquilo que es todo.

Había pasado ya unas veinte casas cuando me di cuenta que me había olvidado los auriculares. Sorprendentemente no me alerté de esto por el ruido del mar o porque alguna casa estaba pasando música en un tono muy alto, sino porque al pasar por una casa blanca y azul escuché a alguien tocando el piano de la forma más hermosa que escuché en mi vida. Debe ser alguien profesional, sino no se explica. Me quedé frenado frente a la casa unos minutos, casi que podría asegurar que estuve mínimo una hora escuchando a quien sea que esté tocando pasar de melodías clásicas a interpretaciones de canciones modernas pasadas al piano. Yo no soy mucho de la música clásica, pero había algo en la forma que tocaba que simplemente resultaba cautivante.

Mi burbuja se rompió cuando la música paró. Ahí me di cuenta de que ya estaba más tranquilo respecto a toda la frustración que tenía encima, por lo que decidí pegar la vuelta para volver a mi casa. Por primera vez desde que salgo a pedalear para relajarme me volví tan pronto.

Durante la vuelta, la melodía del piano seguía sonando en mi cabeza. El tiempo hasta llegar a mi casa se me pasó volando, cuando me quise dar cuenta ya estaba en el porche dejando la bicicleta. Caminé por el costado de la casa hasta llegar al patio trasero, donde estaba Maitena tomando mates mientras hablaba por videollamada con Arthur.

—No bueno, me voy dos segundos y cuando vuelvo estás despierta y con la pollera bien puesta—jodo a mi hermana para después saludarla con un beso en la cabeza y sentarme en el otro lado del sillón que tenemos—. Hola Art, ¿cómo va todo?

—Todo bien, Fran—me respondió—. ¿Vos? ¿Cómo va todo en la Fórmula 2?

—Mirá, ni hablemos de la Fórmula 2—comenté recibiendo un mate de Maitena—. Fuera de eso estoy diez puntitos.

—Bienvenido al club, cuña—bromeó el monegasco desde el otro lado de la pantalla—. Igual tranquilo, con esto del nuevo auto te podes poner a tiro al toque.

Que gracioso como Maitena ya lo re argentinizó a este, se fue mundial.

—Que raro que volviste tan temprano de tu bicicleteada matutina—dijo Maite—. ¿A qué hora te levantaste?

—No, no salí hace tanto—aclaré—. Pero ponele que habré pedaleado veinte casas nada más.

Esto llamó la atención de ambos, puesto a que ya estaban acostumbrados a mis pedaleadas de horas.

—¿Quién sos y qué hiciste con mi mellizo?—Maite preguntó del otro lado del sillón—. No pero, hablando enserio, ¿porqué tan corta tu bicicleteada de hoy?

—Eso—acotó su novio—. Desde que te conozco que tu salida en bicicleta más corta fue un cuarto de la costa de Mallorca ida y vuelta.

—Bue, el menos exagerado—traté de sacarle importancia, aunque todos sabíamos que Lecrerc tenía la razón—. Lo que pasó fue que a pocas casas de acá, casi llegando a lo de Pau, había alguien tocando el piano y me quedé escuchando un rato, tanto que me terminó bajando los humos así que decidí volverme.

La sonrisa a Maitena no se la borraba nadie. Dios mío, esta boluda seguro se está haciendo una re peli, la re putisima madre.

¿Ah si? Después le voy a preguntar a Pau que onda, quién es su nueva vecina.

—Ni siquiera sé si es una mujer, Maitena—le recordé.

—Es una mina, me lo dice mi tercer ojo—replicó ella.

Dios mío, ¿porqué me mandaste una melliza tan esquizofrénica?

shakes; FRANCO COLAPINTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora