Beso robado

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—¿Has oído hablar del nuevo café que abrieron cerca del parque? —preguntó Yor mientras removía azúcar en su taza de té

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—¿Has oído hablar del nuevo café que abrieron cerca del parque? —preguntó Yor mientras removía azúcar en su taza de té.

—¿Ese lugar que los Authen mencionaron el otro día? —respondió Loid, levantando una ceja con curiosidad—. Escuché que tienen unos postres geniales.

—Exacto. Pero también dicen que, si te sientas en una de las mesas más apartadas, alguien vendrá a conversar contigo —explicó la mujer con un brillo en los ojos, pasándole el azúcar a Loid—. Alguien que necesite hablar, desahogarse o simplemente compañía.

Loid asintió, intrigado por la idea. Después de todo, había pasado muchas tardes en cafeterías mientras esperaba nuevas asignaciones o para reunirse con otros agentes, analizando las posibles historias de los extraños que veía pasar.

—¿Alguna vez tuviste una cita a ciegas en un café? —preguntó, rompiendo el breve silencio.

Yor negó con la cabeza y Loid permaneció en silencio. Aunque las investigaciones sobre las relaciones pasadas de su esposa no habían revelado nada, existía la posibilidad de que algunas cosas no estuvieran del todo claras, especialmente si había un período de la historia que había sido destruido por la guerra.

—No, pero... —habló Yor después, sorprendiendo a su esposo—, debo admitir que me parece interesante la idea del lugar.

—Podemos ir juntos alguna vez, ¿te gustaría? —propuso Loid con una sonrisa—. Aunque nos conocemos, podríamos ver qué tal.

—¡Sí, claro! —exclamó Yor, pero luego frunció el ceño, intrigada—. Pero, espera un momento, Loid. ¿Para qué iríamos? Tienes razón, no somos desconocidos.

El cuestionamiento de Yor tenía sentido. Después de tanto tiempo en ese matrimonio por conveniencia, no podían considerarse desconocidos. Twilight sabía que estaban en una especie de límite borroso entre ser una farsa y una realidad llena de secretos.

No lo decían algo en voz alta, prefiriendo seguir el acuerdo con normalidad. Pero a veces, Yor se encontraba envuelta en un cálido abrazo de su esposo, aunque no fuera necesario, o los ojos de Loid brillaban mientras mantenía a su esposa cerca.

—¿Quieres saber qué buscaría en ese lugar? —preguntó Loid con tono juguetón. Poco a poco, se acercó a su esposa, mirándola directamente a los ojos.

—Depende de qué tan loco sea —expresó Yor con una sonrisa.

Loid aceptó la respuesta con alegría y, de repente, besó a Yor mientras ella estaba distraída. Se separaron apenas unos segundos después, y él no se sorprendió al ver que su esposa tenía la cara roja.

—Loid, yo... —balbuceó, llevando un dedo a sus labios, como si fuera la primera vez que se besaban.

—Buscaría sorprenderte —dijo Loid finalmente, con una mirada llena de complicidad—. Como ahora.

Tras un intercambio de miradas, Yor soltó una carcajada, sintiendo la emoción burbujeando en su interior.

—Está bien, pero nunca dejas de hacerlo.

Él asintió, le dedicó una sonrisa y una mirada todavía juguetona. La idea de seguir sorprendiendo a Yor le resultaba encantadora, aunque también recordaba que eso no sería permanente.

Su esposa lo contempló intrigada al verlo callado por tanto tiempo.

—¿Loid?

No le respondió de inmediato. En cambio, volvió a robarle un beso, desconcertando a Yor por completo y dejándolo a él mismo sin pensamientos sobre el futuro.

Nota de la autora: ¡Me atrasé un poco! Pero ayer tuve un día ocupado y no pude sentarme a escribir, pero acá seguimos y voy a subir el siguiente capítulo en cuanto pueda

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Nota de la autora: ¡Me atrasé un poco! Pero ayer tuve un día ocupado y no pude sentarme a escribir, pero acá seguimos y voy a subir el siguiente capítulo en cuanto pueda.

Ciao.

Besos en 128 Park AvenueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora