Catalina más conocida como Sultana Dilruba en el imperio otomano, es secuestrada de las tierras de sus antepasados y llevada como obsequio al palacio de Topkapi para el Sehzade Mehmet. Su padre fue un pintor que se dedicaba hacer cuadros de su única...
—No, una de las concubinas lo descubrió y tuvieron un enfrentamiento... Elías murió...
—Alá gracias... así no nos descubrirán— dijo Mahidevran con un suspiro— ¿sabes quién fue la concubina que lo descubrió?
—Dilruba Hatun...
—Esa serpiente no hace nada más que causar problemas, primero con la sultana Hatice y ahora ha interferido con mis planes— dijo molesta Mahidevran, cerró su puño fuertemente
—además acaba de dar a luz a 3 príncipes
—¡3 príncipes!... es imposible— dijo Mahidevran sorprendida
—Es la verdad... todos están hablando de eso
—Fidan... manda a alguien que se deshaga de ella ahora, ha interferido en mis planes y próximamente lo hará con la sultana Hatice... no pude acabar con Hurrem de raíz pero con ella no cometeré el mismo error...
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Habían pasado algunos días y el príncipe Mehmet no despertaba aunque estaba vivo no se levantaba. Estaba sumergido en un sueño profundo, el sultán no había regresado a la capital, quería irse una vez que su hijo se despertara pero nada.
El príncipe Cihangir se encontraba con Dilruba hatun, estaba comiendo en sus aposentos de esta tranquilamente, para Dilruba esta semana parecía eterna... solo pudo ver a Mehmet desde afuera de la puerta, no la dejan pasar.
—Atención el sultán Suleiman el magnífico está aquí
Dilruba apenas escucho al guardia se alzó rápidamente.
—Aquí está mi príncipe Cihangir— dijo mientras entraba y Dilruba hacía reverencia — Señorita Dilruba supe los detalles de todo y puedes pedirme lo que sea... salvaste a mi hijo Mehmet, le dejaste muchos ungüentos a Cihangir... además diste 3 príncipe a la dinastía
—Sultán quisiera ver a Mehmet... no me dejan entrar a verlo desde hace una semana— se arrodilló a los pies del sultán —Se lo suplico... quiero verlo
El sultán sorprendido hizo que Dilruba se alzara, él debería estar agradecido con ella, salvo a su príncipe de una muerte segura.
—Los aposentos eran un punto de fuga infeccioso... pero no te preocupes lo volverás a ver... avisaré a los guardias que te dejen entrar más rato— dijo el sultán
