彡sҽթαl

97 13 34
                                    

—. L-lo siento tanto .– se disculpó el vulpino mientras trataba de ponerse en pie, sin éxito.

Ambos trataban de recoger sus pertenencias sin verse desesperados.

—. Más bien, yo lo siento, debí fijarme por donde iba... .– la voz del ébano era rasposa y lastimera, como si tuviera la garganta completamente seca.

Vaya coincidencia.

Sin embargo al sentarse uno frente al otro notaron su obvio estado.

Dos completos extraños que los unía únicamente un lazo de similaridad y empatía.

Y aunque no lo sepan ahora, este momento lo iban a recordar por siempre.

El momento en el que el destino decidió quitarle a uno sus sueños de los bolsillos y al otro darle el valor para volar con sus alas rotas.

Se miraron por largos instantes, viéndose en el reflejo de los ojos del otro, guardando en sus mentes cada detalle de las facciones del otro.

No se sintió extraño, pues era mutuo.
Un breve autoconocimiento previo a la inevitable incomodidad.

Todo para que ambos lleguen a la misma conclusión:

« ¿Qué carajos le acaba de pasar? » pensaron mutuamente.

No importaba que tan mal se sintieran consigo mismos, la preocupación fue instantánea, algo hizo click en sus cabezas simultáneamente.

Era una sensación llamativa y traicionera. Cómo si sus corazones estuvieran casi obligados a demostrar una preocupación latente que jamás habían sentido ni por ellos mismos.

Una familiaridad extraña, como si esos ojos ya los conociera de alguna parte pero los haya olvidado.

Una conexión instantánea.

Atracción.

—. Yo... Ehm... .–

—. Bueno yo... .–

Pararon todo para volver a verse, como si sus ojos rogaran por ellom

Dijeron al unisono.
De nuevo, la conciencia de nuevo se hacía presente.

—. Esta bien, tu primero zorro .– se resigno con una débil sonrisa el mayor.

¿Zorro?
¿Lo acababa de llamar por un apodo tan pronto?

Cierto, ni siquiera le había dicho su nombre, tenía sentido así que lo dejo pasar.

Analizandolo detenidamente, era considerablemente más alto que el, sus betas rojas eran opacas y su complexión media se veía descuidada.

Se quedó embelesado un instante mirándolo. Entonces, el menor suspiro y se preparó para hablar mientras terminaba de reunir sus objetos personales.

Pero se topó con uno de los papeles del contrario. Unas palabras entre ese mar de tinta llamaron su atención.

« Paciente de inmunodeficiencia neuronal en riesgo de muerte por fallo multiorgánico »

𝙒𝙚'𝙧𝙚 𝘽𝙧𝙤𝙠𝙚𝙣 ,, ˢʰᵃᵈᵃⁱˡˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora