彡 αղԵհҽɾ

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No fue la mejor idea el haber conversado hasta que el cielo nocturno comenzaba a clarear con tonalidades azuladas en el aire y su característico aire gélido.

Por lo que podían ver, todavía seguían en los interminables pastizales de la zona, tal vez mañana avancen a un tramo más interesante.

Tails se encontraba escuchando la última anécdota del mayor, aunque durante toda la noche en vela de hecho estuvo hablando activamente, no menciono mucho de su persona.

No quería relevar detalles de su infancia "complicada" por así decirlo, como fue educado en casa, nunca fue a la escuela asi que no podía compartir anécdotas graciosas con sus inexistentes amigos.

O hablar sobre algún amor pasajero de la adolescencia, pues no conoció a otra persona que no fueran sus progenitores.

Realmente no podía compartir nada concreto que no fueran sus gustos e intereses, pues de lo contrario tendría que explicarle al azabache su situación, y eso no es una opción así que por ende tendría que mentir.

Pero fue suficiente con su supuesto motivo de viajar. De momento.

Shadow hablaba arrastrando sus palabras, se le notaba agotado, quien sabe por qué, se veía a morir por no haber dormido un día incluso si tuviera cara de nunca necesitar hacerlo.

Durante varias horas estuvo acurrucado entre sus colas, abrigando sus piernas y parte de su torso, eran bastantes útiles en ese momento.

Se estaba quedando dormido entre sus propios brazos hasta que noto un ligero temblor en la voz del contrario. Estaba tiritando.

Igualmente parecía no darle importancia, solo divagaba en su relato intentando disipar la sensación. Pero Miles no iba a permitir que su primer amigo muera de neumonía en la primera noche que pasaban juntos.

Así que se estiró momentáneamente y se acercó con calma hacia el erizo. Tomó asiento a su lado y lo envolvió con una de sus afelpadas colas.

—. Termina de contarme para que podamos dormir un rato Shads .– susurro el zorro mientras apoyaba su cabeza en el hombro ajeno y su otra cola cubría su propio regazo.

Le daba pena admitir que le gustaba la sensación de la camisa con olor a lavanda pegada a su nariz y lo mucho que quería abrazar el brazo ajeno hasta dormirse como si fuera una almohada.

Así que entrecerró los ojos en lo que el confundido Shadow culminaba su historia sobre la vez que se peleó con una vecina suya allá en la ciudad por medio kilo de cebolla en el supermercado.

Era gracioso de recordar, pero en su momento casi denuncia a la murciélago por intento de homicidio, ¡casi lo apuñala con una de sus uñas acrílicas!

Lo extraño fue que después de eso comenzaron a hablar con frecuencia cada vez que se encontraban.

En fin, al ébano le agradaba rememorar esas situaciones no rutinarias que solía tener, el vulpino probablemente era el primero —y el último— en oír esas historias llenas de una cotidianidad tan divertida.

Esos recuerdos de incalculable valor que solo alguien con mucho corazón puede apreciar como el lo hacía.

Una vez dió su última risa de la ya por terminarse noche, volteo a ver al rubio quien con una mirada cansada comunico su necesidad de dormir.
Y quizás un abrazo reconfortante.

𝙒𝙚'𝙧𝙚 𝘽𝙧𝙤𝙠𝙚𝙣 ,, ˢʰᵃᵈᵃⁱˡˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora