Bajarte el ego

Ｄｉｅｚ

Llegamos a su casa y me bajó del auto aún besándome.

—Alexis deberíamos parar esto.— dije mientras el cerraba a puerta.

—Oh Maddie, tu lo quieres más que nadie.— dijo volviendo a besarme.

—Alexis tengo miedo.— dejó de besarme y me miró con algo de preocupación.

—¿De qué?.— preguntó con su ceño fruncido.

—De... Que te aproveches de mi.—

—Te prometo que no voy a separarme de ti, y... Perdón.—

—¿Y si salgo embarazada?.—

—No te preocupes, eso no pasará, seguirás siendo modelo y teniendo esa hermosa figura.— sonrió. —Nunca te lo he dicho pero amo que modeles, amo verte en revistas luciendo ropa que te queda tan bien.—

—Gracias Alexis.— dejé un beso en sus labios. —Te amo.— empecé a dejar un beso en cada lunar que tenía en su rostro hasta que besé el que tiene justo arriba de su labio.

En fin, amaba a mi becado, amaba su rostro, su cabello, sus manos, sus lunares, su gorrito azul... Amaba todo de él... Lo amo.

Y si, pasó todo lo que tenía que pasar.

{...}

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza y sin saber en donde estaba. Giré un poco mi cabeza para ver qué Alexis estaba a mi lado.

—¡AHH!— Grité fuertemente y el se despertó.

—¡¿Estás loca?!—

—¿Qué hago yo aquí?— empecé a mirar cada rincón de la habitación hasta ver un montón de ropa tirada en el suelo.

Me miré a mi misma para ver qué no tenía mi ropa puesta. Me tapé con la sábana lo más rápido que pude.

—Esto no pudo haber pasado.—

—Tranquila Maddie, usamos gorrito.— señaló algo en el suelo y efectivamente había un preservativo ahí.

Un dolor muy fuerte apareció en mis caderas luego de intentar moverme. 

—Alexis no puedo moverme.— dije casi llorando del miedo. —A mi no me apuñalaron.—

—Maddie... Es normal.—

—¿Normal?— asintió.

—Es normal que te duelan las caderas, es tu primera vez.—

—¿Y a ti te duelen?—

—Eso no funciona así.— rió. —Eres medio inocente Maddie.—

—¿Yo que hago contigo?—

—¿Qué es lo último que recuerdas?— 

—Lo último que recuerdo fué haberme sentado en la barra y ya.— luego un recuerdo llegó a mi mente. —Tu y yo nos besamos y terminamos aquí.—

—Si...— suspiró.

—¿Pasa algo?—

—Lo dices como si no hubiera significado nada para ti, como si no te importara.—

—Claro que me importa, es solo que estoy medio pasmada.—

—¿Me amas?— su pregunta me tomó desprevenida. —¿Me amas más de lo que amaste a Pablo?—

—¿Eso que tiene que ver con lo que estamos hablando?—

—Solo quiero saberlo, dime.— se subió arriba de mi y me miró fijamente. —¿Me amas?—

—Yo... Te amo Alexis.— me besó. El se separó y se sentó a mi lado.

—Eres muy linda Maddie... Quiero confesarte algo.—

—¿Qué cosa?—

—Ayer cuando estabas sentada en la barra de verdad me puse celoso... No podía soportar que los demás morros te vieran y te dijeran cosas asquerosas.—

—La verdad me tiene sin cuidado.—

—Lo sé, por eso te lo digo, a ti nunca te importa nada pero a mi si... Así que si alguien te dice algo feo de romperé la cara.—

—Amo tu versión celosa.— reí.

—Yo amo cada una de tus facetas.— se acostó a mi lado y me abrazó. —Te amo de aquí a la luna a pasitos de tortuga.—

—¿Qué significa?—

—Significa que cuando la tortuga llegue a la luna te dejaré de amar.—

—¿Y si la tortuga llega?—

—No creo que pueda volar.— rió. —Te amo como nunca he amado a alguien, te juro que esperaría otras mil vidas para encontrarte a ti.—

—Yo recorrería la galaxia entera para buscar la estrella más brillante para ti.—

—¿Tienes hambre?—

—Mucha hambre.—

—Iré a hacer el desayuno y te lo traeré a la cama ¿Ok?— asentí. Él se levantó y tomó una almohada para tirarmela a la cara. —Te amo.— se fue corriendo como si pudiera ir trás de él.

—¡Eres un tonto!—

—¡Y tú una tonta!—

—¡Si llegas a venir voy a matarte!—

De pronto se vió como él entró al cuarto. Se acercó a la cama y se subió arriba de mi cuidando no lastimarme.

—Adelante.— se acercó más a mi rostro. —Mátame.—

...