𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑖𝑒𝑐𝑖𝑠𝑒́𝑖𝑠: 𝐵𝑒𝑡𝑡𝑦

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"To live for the hope of it all
Cancel plans just in case you'd call
And say, "Meet me behind the mall"
So much for summer love and saying "us"
'Cause you weren't mine to lose
You weren't mine to lose, no"

Ruedo por quinta vez sobre la cama y luego vuelvo a rodar para quedar hacia arriba. No he podido dormir, mi cabeza no para de pensar en cosas que tal vez no debería estar pensando. Una mano hace contacto con mi hombro con fuerza, y un gruñido se escucha a mi lado.

—Auch—susurro, incrédula.

—Duérmete de una vez, insoportable—gruñe Taylor y vuelve a golpearme, solo que esta vez en la pierna.

Me quedo quieta un minuto, con los ojos cerrados con fuerza.

Piensa en blanco, piensa en blanco.

Pero la sonrisa de James cuando me ayudó a salir del agua en todo lo que visualizo.

A la mierda.

Me deslizo suavemente fuera de las sábanas y pongo los pies con precaución en el suelo de madera, procurando que no emita ningún crujido. Taylor parece estar al borde de asesinarme. Salgo sigilosamente al pasillo y cierro la puerta con suavidad. Necesito despejarme y la mejor manera de lograrlo es pintando y tomando una taza de té.

Desciendo con cuidado por las escaleras; la última de ellas, como de costumbre, emite un horrible lamento al sentir mi peso. Nerviosa, volteo la cabeza para comprobar si alguno de los dos se ha despertado, pero al no percibir ningún movimiento arriba, me relajo y continúo mi camino. Cuando estoy a punto de ingresar a la cocina, diviso la tenue luz blanca proveniente de la heladera. Solo hay una persona más que podría estar despierta y no estoy muy segura de querer cruzarme con ella en este momento.

Empiezo a caminar hacia atrás lentamente.

—Sé que estás ahí, Betty —dice James, sobresaltándome.

—Podría haber sido Taylor —digo, adentrándome en la cocina, resignada, apoyándome en el marco de la puerta.

James ha cerrado la heladera y la oscuridad que nos rodea me tranquiliza; no poder verlo hace las cosas más fáciles.

—No, reconocería tus pasos en donde sea.

Mi estúpido, estúpido corazón da un saltito en mi pecho.

—¿Tú tampoco puedes dormir? —pregunto, ignorando lo que dijo recién. Veo cómo niega apenas perceptible.

—Estaba a punto de hacerme uno de esos tés que solías prepararme.

Cada noche que James se colaba por mi ventana, nos deslizábamos hasta la cocina y le preparaba tés de jengibre, como si el agua saborizada pudiera borrarle los horribles sucesos que había experimentado.

—¿Quieres uno? —pregunta, y puedo sentir la inseguridad emanando de él.

Me despego del marco de la puerta para acercarme. Tomo la pava y la lleno de agua, colocándola en la estufa. James ya tiene los fósforos y con un clic vuelve a haber luz en la habitación. Busco dos tazas y las dejo en la mesada; parece que él ya ha cortado los trozos de jengibre y los coloca dentro de la pava, uno a uno, con cuidado de no salpicar nada. Lo observo en silencio mientras la luz de las llamas baila en su rostro. Mi corazón vuelve a latir con fuerza. Siempre fue guapo, desde que éramos niños; mi mamá nunca dejaba de recordárselo, pero ahora es más que eso. Toda su niñez parece haber desaparecido; tiene los pómulos mucho más marcados y afilados, y hay un rastro de vello facial que nunca tuvo.

—¿Qué estás viendo? —pregunta, sobresaltándome de nuevo.

Decido decirle la verdad.

—Estás diferente.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2024 ⏰

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𝘛𝘩𝘦 𝑡𝑟𝑎𝑔𝑖𝑐 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘴𝘵𝘰𝘳𝘺 𝘰𝘧 𝘉𝘦𝘵𝘵𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora