38. Mansión Kakuzu

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Shikamaru terminó de empacar lo indispensable y al final, metió la cajetilla de cigarrillos con rapidez en su mochila y luego la cerró. Acto seguido, puso la cara más seria y aburrida que podría mostrar para que la señora Nara no sospechara. Se arrastró hasta la puerta de la casa.

Aunque su madre era alguien muy perspicaz y desconfiada por lo que probablemente habría olido antes el tabaco en su cabello o en alguna prenda.

– ¿Y a qué hora vienes? – espetó alzando una ceja, desde ya, muy enojada.

– En la noche. – respondió Shikamaru con simpleza.

– ¿Con quiénes vas a estar? – la señora Nara frunció los labios muy seria.

– Con Choji. – dijo él con calma.

– Uhmmm– la señora Nara se llevó las manos a las caderas. – Le voy a llamar a él a ver si es cierto.

– Bueno, hazlo, mamá– dijo Shikamaru encogiéndose de hombros. – Estaré con él. Le llamas y le dices que te pase conmigo.

– No te hagas el listo conmigo, jovencito– la señora Nara le dio un codazo para apartarlo y luego continuar revisando el horno.

– De verdad, mamá, ¿por qué eres tan desconfiada? – se preguntó Shikamaru.– Qué fastidio... 

– Esa chica... No me gusta para nada. – soltó la señora Nara volviéndose a verlo y retándolo con la mirada.– Tatuta, Tayuta, no sé ni como se llama... 

– Solo la conozco y ya– replicó Shikamaru comenzando a cansarse. – No es que ella sea mi...

– Ni se te ocurra, no me cae bien– lo cortó la señora Nara con frialdad.

– Bueno, ya me voy– Shikamaru suspiró y se llevó la mochila al hombro. – Nos vemos más tarde.

– ¡Voy a llamar a Choji! – le gritó la madre cuando él cerraba la puerta.

– Sí, sí... – arrastró las palabras Shikamaru. – Como quieras...

Shikamaru salió de su casa y cruzó un camino empedrado

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Shikamaru salió de su casa y cruzó un camino empedrado. En su vecindario había mucha gente de dinero y poder, lo que a él le parecía un completo desperdicio de energía. Todos aparentaban, de eso estaba seguro y los odiaba. No encontraba a uno que sea sensato.

Los Nara habían sido una familia de clase media que vivía cómodamente, pero sin lujos. Todo cambió cuando el señor Nara fue admitido en una gran universidad como catedrático y ahora sí podían darse muchos, muchos lujos. No obstante, preferían vivir en paz. Como nuevos ricos, no deseaban llamar demasiado la atención.

Shikamaru caminó por al menos tres bloques más hasta que se detuvo a descansar bajo la copa de un árbol. De verdad, sería de mucha ayuda aceptar el regalo que quieren hacerle sus padres por su cumpleaños: un auto para él solo. Sin embargo, Shikamaru es demasiado flojo como para prestarle atención a una vía y prefiere evitar la fatiga.

Siempre son malas decisiones (2da temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora