Amor

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Se quieren.

Sufren por la luz, labios azules en la madrugada,

labios saliendo de la noche dura,

labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?


Se quieren en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se quieren como las flores a las espinas hondas,

a esa amorosa gema del amarillo huevo,

cuando los rostros giran melancólicamente,

girasoles que brillan recibiendo aquel beso.


Se quieren de noche, cuando los perros

ladran bajo la tierra y los valles se estiran

como lomos arcaicos que se sienten repasados:

caricia, seda, mano, luna que llega y toca.


Se quieren de amor entre la madrugada,

entre las duras piedras cerradas de la noche,

duras como los cuerpos helados por las horas,

duras como los besos de diente a diente.


Se quieren de día, playa que va creciendo,

ondas que por los pies acaricias los muslos,

cuerpos que se levantan de la tierra flotando...


Se quieren de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Melodía perfecta, se quieren tan íntimos,

mar altísimo y joven, intimidad extensa,

soledad de lo vivo, horizontes remotos

ligados como cuerpos en soledad cantando.


Amando. Se quieren como la luna lúcida,

como ese mar redondo que se aplica a ese rostro

dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,

donde los peces rojos van y vienen sin música.


Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,

ondas nuevas, antiguas, fugitivos, perpetuos,

mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,

metal, música, labio, silencio, vegetal,

mundo, quietud, su forma. 

Se quieren, sabedlo.


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Beatriz © (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora