Amor y entrega

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Para vivir no quiero

islas, palacios, torres.

¡Qué alegría más alta

vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,

las señas, los retratos,

yo no te quiero así,

disfrazado de otro,

hijo siempre de algo.


Te quiero puro, libre,

irreductible: tú.

Sé que cuando te llame

entre toda la gente del mundo 

sólo tú serás tú.

Y cuando me preguntes 

quién es la que llama,

la que te quiere suyo,

enterraré los nombres,

los rótulos, las historias.


Iré rompiendo todo

lo que encima me echaron

desde antes de nacer.

Y vuelvo ya al anónimo

eterno del desnudo,

de la piedra, del mundo,

te diré: <<Yo te quiero, soy yo>>

Yo no puedo darte más.

No soy más que lo que soy.


¡Ay, cómo quisiera ser arena,

sol, en estío!

Que te tendieses

 a descansar.

Que me dejaras

tu cuerpo al marcharte, huella

tierna, tibia, inolvidable.

Y que contigo se fuese

sobre ti, mi beso lento:

calor, desde la nuca al talón,

moreno.


¡Ay, cómo quisiera ser vidrio 

o estopa o madera

que conserva su calor aquí!

Ser la materia que te gusta,

que tocas todos los días

y que vas ya sin mirar

a tu alrededor las cosas.


¡Ay, cómo quisiera ser una 

alegría entre todos, una sola,

la alegría con que te alegraras tu!

Un amor, un amor solo,

el amor del que tú,

te enamorases, pero

no soy más de lo que soy.

Beatriz © (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora