Capitulo 4: Confrontación

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En las profundidades del espacio, la oscura silueta de una nave se cernía sobre el pacífico planeta X60, proyectando una sombra ominosa sobre su superficie. A bordo de la nave, Volcan, líder de los aliens gamma, contemplaba con satisfacción la escena que se desarrollaba debajo de él.

—Bienvenidos a X60, el próximo trofeo de los aliens gamma —declaró Volcan con una sonrisa cruel, mientras observaba cómo su nave se acercaba cada vez más al planeta.

Dentro de la nave, Leo, el último superviviente del planeta L77, estaba atado y encadenado, con las marcas de la tortura y el sufrimiento grabadas en su rostro. Sus ojos brillaban con determinación a pesar de la agonía que sentía.

—¿Por qué haces esto, Volcan? ¿Qué ganas con destruir un planeta pacífico como X60? —preguntó Leo con voz entrecortada por el dolor, desafiando al líder alienígena con su mirada.

Volcan se acercó a Leo con una expresión de desprecio en su rostro, sosteniendo un látigo de energía en su mano.

—No es asunto tuyo, insignificante Zereciano. Los aliens gamma conquistan lo que queremos, y X60 será nuestro próximo trofeo en nuestra búsqueda de dominio galáctico —respondió Volcan con voz fría y despiadada, antes de golpear a Leo con el látigo con fuerza.

El dolor se propagó por el cuerpo de Leo mientras el látigo cortaba su carne, pero se negó a gritar, negándole a Volcan la satisfacción de verlo doblegado por el sufrimiento.

—No importa lo que hagas, nunca nos rendiremos. X60 resistirá hasta el último aliento —declaró Leo con determinación, su voz resonando con valentía a pesar de la agonía que sentía.

Volcan soltó una carcajada burlona ante la valentía de Leo, pero su expresión se oscureció con ira.

—Te equivocas, Zereciano. X60 caerá ante la fuerza imparable de los aliens gamma, y tú serás testigo de su destrucción —amenazó Volcan con voz amenazante, antes de ordenar a sus soldados que llevaran a Leo a la cámara de tortura.

Mientras la nave de los aliens gamma se cernía sobre X60, Leo se aferraba a la esperanza de que algún día, la resistencia de su pueblo prevalecería contra las fuerzas del mal que amenazaban con destruir todo lo que amaba.

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Planeta X-60

En los días siguientes, el Maestro Albeo dedicó horas interminables a entrenar a Savage en las antiguas ruinas del castillo, aprovechando cada momento para perfeccionar su técnica y fortalecer su conexión con el estilo bestia del dragón. Juntos, exploraron los secretos ocultos en las ruinas, descubriendo antiguos manuscritos y artefactos que revelaban la historia y el poder de los Suprenimales.

El Maestro Albeo instruyó a Savage en el uso de la fuerza y las técnicas del estilo bestia, enseñándole a canalizar la energía del dragón y desatarla con precisión y control. Savage absorbía cada lección con entusiasmo y determinación, consciente de que cada día que pasaba lo acercaba más a su objetivo de proteger a su pueblo y su planeta.

—Concentra tu energía, Savage. Siente la fuerza del dragón dentro de ti y deja que guíe tu movimiento —instruyó el Maestro Albeo, mientras observaba a Savage practicar sus técnicas con gracia y poder.

Savage cerró los ojos y respiró profundamente, sintiendo la energía del dragón fluir a través de él. Con un giro rápido, ejecutó una serie de movimientos, liberando una ráfaga de energía ardiente que impactó contra un objetivo cercano, reduciéndolo a escombros.

El Maestro Albeo asintió con satisfacción, impresionado por los rápidos progresos de Savage.

—Estás mejorando cada día, Savage. Tu dedicación y tu conexión con el estilo bestia son impresionantes. Pero recuerda, con gran poder viene una gran responsabilidad. Debes usar este poder sabiamente y siempre en defensa de los inocentes —advirtió el Maestro Albeo, su voz llena de sabiduría y precaución.

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