Caligrafía bonita

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Eran las seis de la mañana cuando la alarma de Bin empezó a sonar, este se sentó en la cama y se tomó el tiempo para estirarse, luego fue hasta el baño para hacer sus necesidades y bañarse.

Luego de terminar, salió y se cambió, para luego bajar a desayunar.

—Buenos días, señora Kim —saludó a la ama de llaves, quien dio una pequeña reverencia al verlo.

—Buenos días para usted también, señor Moon, enseguida le traigo el desayuno.

Bin se sentó en la mesa, segundos después la señora Kima apareció con su desayuno, dejándolo enfrente de su jefe.

—Gracias —agradeció mientras tomaba los palillos.

—Que lo disfrute.

Se tomó el tiempo de comer mientras veía la serie que ayer por la noche no pudo terminar.

—¿Qué madre podría hacerle eso a su hijo? —susurró para si mismo mientras se metía la última cucharada a la boca y recogía los platos para llevarlos a la cocina.

Tomó sus cosas y salió de la casa.

Su empresa no quedaba muy lejos de su casa, por lo que decidió irse esta vez a pie y aprovechar para comprarse un café de paso.

Caminó unos minutos hasta que vio un café abierto, no pensó más y entró.

—Buenos días, ¿qué va a pedir? —le preguntó amablemente un omega con una sonrisa.

—Buenos días, quisiera un café helado, por favor —el chico asintió, vio como tomaba un vaso y un marcador y se volvió a acercar a él.

—¿Cuál es su nombre? —se sorprendió un poco que el chico no supiese quien era, pero decidió no decir nada.

—Moon Bin.

—Bin —vio como escribía su nombre en vaso, con una muy bonita caligrafía a su parecer.

Vio como el chico le preparaba el café y se tomó el tiempo de analizarlo.

No era muy alto, tenía un cabello rubio muy lindo a su parecer y ni hablar de la hermosa sonrisa que tenía.

Muy lindo. Había dicho su alfa, y estaba de acuerdo con él.

El chico le dio su café y pagó, no sin antes decirle que tenía una letra bonita, luego se fue de allí para seguir en camino a su empresa, y por alguna extraña razón, su café estaba dulce esa mañana.

☕️

—¿Moon Bin de buen humor a estas horas de la mañana? —preguntó incrédulo su mejor amigo y secretario, Seungkwan —. ¿Te golpeaste la cabeza?

—Seguiré con mi buen humor si dejaras de ser tan preguntón.

—No me cambies el tema.

—Fuí a comprar un café.

—Ajá.

—Y el chico que me atendió era un omega.

—Ajá.

—A mi lobo le interesó, y a mi también, además tiene caligrafía bonita, ¿ves? —le dijo mostrando el vaso.

—Ay Dios, no pensé vivir este momento —se puso una mano en el corazón con dramatismo—. Moon Bin, el alfa del momento y unos de los empresarios más jóvenes de Corea se enamoró.

—Calma, no estoy enamorado, sólo me pareció bonito —aclaró el alfa mientras entraba a su oficina.

—Así empiezan —aseguró el beta.

—Si, si, ¿ya tienes la propuesta de los nuevos platillos?

—Si, en diez minutos tienes una reunión.

—Está bien, verifica que todos estén en la sala, estaré ahí en un momento.

El beta asintió y salió de la oficina, Bin dejó su maletín y dejó el vaso de café en el escritorio, no quería botarlo.

Tomó unas carpetas que había dejado el día anterior y fue a la reunión.

☕️

—Dios, dame paciencia porque si me das fuerzas te los mando —exclamó Dongmin al ver el desastre que habían dejado un grupo de jóvenes.

¿Qué acaso no leían aquel letrero que decía que por favor evitaran ensuciar las mesas? De no ser así, tendrían que comprar otro más grande.

—Mira el lado positivo, ya cerramos —intentó animar Sejeong mientras ayudaba a limpiar, claro que no funcionó.

—Es justificable, la gente se pasa a veces —apoyó Kayoung.

—Ni modo, toca soportar —finalizó el omega, aceptando su triste realidad.

Cuando limpiaron aquel desorden, terminaron de limpiar las demás mesas y guardar los postres que habían sobrado.

—Terminamos por hoy, gracias por su esfuerzo —dijo Sejeong cuando cerraron el local—. Y disculpa por los inconvenientes de hoy, Dongmin.

—No fue tu culpa, Sejeong, han habido días peores.

—Dongmin tiene razón —apoyó Kayoung —. Estúpidos clientes, que vayan y se ma-

—Entiendo, gracias por tu sinceridad —interrumpió la omega antes de que la beta terminara de hablar.

—Bueno, ya me tengo que ir si no me quiero ir a pie —se despidió el omega.

Las dos chicas también se despidieron del omega y se fueron en dirección contraria.

Esta era la parte favorita del día de Dongmin, cuando se encontraba yendo a la parada y solo eran los pocos locales que se quedaban abiertos, las luces de la calle y él. Agradecía mucho que Corea fuera un país "seguro" en cuanto salir por las noches siendo mujer u omega, aunque tampoco es que se confiase mucho.

—Mhm, me duelen los pies —se quejó cuando se sentó a esperar el autobús, se mantenía de pie la mayoría del tiempo y siempre terminaba con los pies hinchados, colocándose la crema que su mamá le había mandado y dándose masajes.

Cuando el autobús llegó, pagó su respectivo pasaje y se sentó en uno de los asientos, colocándose los audífonos y viendo la misma ruta de siempre por la ventana.


2/7

Ice Coffee | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora