Crownderville fue nuestra primera parada oficial.
Y la primera vez que recibí una bofetada.
Arribamos en la ciudad a eso de las dos de la tarde, con un sol potente que tostaba la piel al estar cinco segundos debajo de él, un fuerte aroma a sal que danzaba hacia múltiples direcciones por la brisa y aves carroñeras sobrevolando sobre nosotros con sus graznidos agudos.
Y la única que sonreía era Cam, aunque era la sonrisa más tensa que le había visto... que había visto jamás en alguien. Y apretaba el brazo de Nash como si quisiera calmarlo; mi primo caminaba con el ceño contraído y las manos dentro de sus pantalones cortos de playa, las gafas apartándole el pelo castaño del rostro y los labios en una línea recta.
Había muchísima tensión en el grupo, mucha más que dentro de la caravana, incluso estando en un espacio abierto que gritaba por todos lados alegría y diversión.
Gabe seguía asesinándome con sus ojos marrones fríos; Sky y Gio seguían enfadados por lo de la carretera; y hasta ese momento había pasado una mirada resentida por alto: la de Lea hacia mí.
Cuando todos volvieron a la caravana después de conseguir que las cosas se tranquilizaran entre Sky y Gio, Lea me miró. Me empezó a observar como si fuera la responsable de algo, como si le estuviera arrebatando el equilibrio de su existencia, algo importante para ella.
Entonces no comprendía la magnitud del lazo que había entre ella y Sky. Eran mejores amigos que antes habían sido pareja y cuya relación acabó en buenos términos; hasta ahí llegó mi entendimiento por aquellos días. Además, dentro de mí cabeza, no habían dobles intenciones de parte de ninguno de los dos: Sky sólo quería entrenerse conversando conmigo por las noches, al ser los únicos capaces de estar despiertos durante esas horas y yo sólo quería compartir el tiempo con alguien que sabía hablar en los momentos correctos y admiraba mi arte de la misma manera en la que yo lo admiraba a él.
Según yo, estaba cultivándose una amistad entre los dos, pese a que jamás en mi vida había experimentado ese sentimiento de compartir vivencias —agridulces y entrañables— con otra persona que pretendía compartir las suyas también. Creía que Sky y yo nos estábamos haciendo unidos.
Pero Leanndra no.
Llegamos a un kiosko de bebidas frutales; Sky había aparcado la caravana en el estacionamiento improvisado de la playa; y había sido idea de Cam tomar algo frío y dulce para combatir la temperatura. Cam siempre tenía buenas ideas.
Mientras ella pedía las bebidas —la mía sin alcohol—, Nash se volvió hacia nosotros con el rostro serio.
—No me esforcé tanto para conseguir el dinero para pagarnos estas vacaciones para que alguno de ustedes las arruine con sus estúpidas diferencias —hablaba como un padre autoritario; siempre había admirado eso de Nash, la capacidad que tenía para ser una persona carismática y alegre que sabía cómo imponer y sembrar las culpas de acuerdo a las responsabilidades de cada quien. No supe si el que fuera el mayor de todos le había dado tal potestad—. Necesito que ahora, cada uno de ustedes, incluyéndote Ares, diga lo que tenga que decir en contra de quien sea y esto se termine de una vez; le prometí a mi novia que nuestras últimas vacaciones antes de graduarnos serían maravillosas, memorables, y les dije a cada uno que haría todo lo posible para que fueran especiales; no puedo ser el único que lo quiera. Ahora, quien tenga algo para decir, que lo diga, y si no se llega a un acuerdo, compraré los boletos de avión y los llevaré al aeropuerto.
Todos tenían la vista clavada en algún sitio para no tener que mirar directamente a Nash a los ojos, salvo yo. Pocas veces me había sentido intimidada por la autoridad de Nash, porque lo respetaba, era mi único primo y nuestros padres nos habían criado juntos, como hermanos.
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Heaven
RomanceEn su introversión y confidente silencio, Ares refugiaba pequeños secretos. Por suerte, los suyos parecían ser los menos importantes, cuando en aquella caravana, seis personas escondían unos más oscuros y peligrosos que los de ella.