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Tras unos minutos caminando, una gran explanada donde la luz de la luna incidía de forma plena resultó ser el lugar perfecto para descasar, sentía que su cuerpo se quedaba sin fuerzas a cada paso que daba.

- Al final lo has hecho - Aquella voz no le sorprendió, así que al oírla solamente clavó la mirada en su propia sombra, observando la figura traslúcida que emergía de ella y se sentaba frente a él.

- Te dije que por ti soy capaz de hacer lo que sea, Tezcat... - Una suave sonrisa adornó el rostro del chico incorpóreo.

- Pero jamás creí que pudieras traicionar a un amigo, Bailong... Y menos sabiendo cuál es mi situación. Sabes que mi espíritu abandonará este mundo para siempre mañana por la noche.

- No si logro crear el elixir y esparcirlo sobre tu tumba a tiempo, ahí lograré que vuelvas y estés conmigo... - A pesar de intentar sonar seguro, el miedo y la soledad en la voz de Bailong fueron más notorios para su acompañante.

- Aún estás a tiempo de hacer las cosas bien, Bailong... Yo ya no voy a volver, pero aún tienes a alguien que te quiere - El bicolor solo bajó la mirada.

- Lo tenía hasta hace una hora, hasta antes de que le traicionase... - Sin necesidad de elevar la cabeza, Bailong sintió cómo Tezcat se sentaba junto a él.

- ¿Ya sabías que os ibais a enfrentar por este elixir, verdad? Por eso siempre mirabas la profecía en la sala del trono - El bicolor solo abrazó sus piernas ante la deducción de su acompañante - Pero piénsalo... En esas profecías, siempre se ve cuándo algo sale mal, y jamás he visto que el caballero y el dragón se odien... Todo enfrentamiento tiene forma de revertirse, Bailong.

- Pero no es justo para ti, Tezcat - Los orbes rojizos del mayor se clavaron en el otro chico - Yo te maté, déjame enmendarlo...

- Bailong, no fue bajo tu propia voluntad... Siempre he sabido que los antiguos hechiceros de la familia Blade te controlaban, que ellos te obligaron a convertirte en dragón y matarme porque temían mi poder, por eso encerraron a los demás en sus prisiones... Pero ahora ellos están muertos, y tú puedes romper la maldición de esa familia y arreglar lo que nuestros antepasados no lograron enmendar. Aún tienes un lugar al que volver, Bailong - Los ojos del mencionado se vidriaron ante sus palabras.

- Pero tú... - Una tierna sonrisa adornó los labios de Tezcat.

- Ahora Naran está muerta, por fin podré reunirme con mi hermana... - La mano de Tezcat se posó sobre la suya, y a pesar de ser inmaterial, pudo sentir el calor que desprendía - Yo he sido feliz durante el tiempo que he vivido, Bailong, y todo porque te tuve a mi lado y me hiciste sentir la persona más feliz de este reino... Ahora te toca hacer feliz a más gente, los demás también tienen derecho a conocer el corazón tierno del que me enamoré yo...

- Te voy a echar de menos... - Bailong ni siquiera intentó evitar que su voz saliese en apenas un hilo, su corazón se estaba rompiendo en miles de pedazos cada vez más pequeños.

- Y yo a ti también, mi dragón heráldico... - Una sonrisa adornó el rostro de Tezcat - Venga, todavía tenemos veinticuatro horas para hacer lo correcto... Será nuestra última aventura juntos.

Con aquellas últimas palabras, Bailong pudo ver cómo la imagen de Tezcat volvía a refugiarse dentro de su sombra como había hecho durante tantos años.

Se puso en pie y tomó la bolsa, ignorando el crujido de las hojas secas que procedía del bosque junto al claro.

* * * * *

- Víctor... - A pesar de los múltiples intentos de Arion por comunicarse con el peliazul, todos ellos habían caído en saco roto - Todo se arreglará, confía en mí.

- Ya no sé si puedo confiar en los demás, Arion... No después de lo de hoy.

Los dos chicos siguieron avanzando hacia el reino a lomos de los caballos, sin que Víctor lograse siquiera ver de reojo a Arion, ver a Guiverno bajo él se sentía como una punzada en el centro del pecho.

- ¿Qué está pasando ahí? - La voz de Arion tras un rato avanzando le hizo ver al frente.

Su mente se quedó en blanco al ver antorchas rodeando el castillo.

- ¡Vamos, rápido! - Nada más hablar, Víctor no tardó en espolear a Lancelot para que avanzase lo más rápido posible.

En el poblado bajo el reino, todo era un caos: la gente se reunía en pequeños grupos, gritando y armados, dispuestos a hacer algo que Víctor todavía no comprendía. ¿Planeaban atacar el castillo? ¿Las revueltas entre nobles y campesinos habían escalado tan rápido? La confusión era cada vez mayor en su cabeza.

- ¡Majestad! - Nada más llegar a las puertas del castillo, el recibimiento de uno de los soldados fue lo primero que pudo ver.

- ¿Qué narices está pasando aquí? - La voz autoritaria de Víctor hizo retroceder al soldado por un momento.

- Unos campesinos dicen que han visto a un dragón cerca de aquí. Todos los habitantes se han unido para darle caza y matarlo, nadie quiere que una bestia así arrase con el reino. ¿Quiénes deben atacar primero cuando le veamos?

El mundo de Víctor dejó de girar en ese momento.

- ¡No, no ataquéis! - Antes de que su voz fuera audible, el fuerte sonido de unas alas batiéndose captó la atención de todo el mundo.

En solo unos segundos, todo se había salido de control: los habitantes lanzaban horquillas y cualquier tipo de arma hacia Bailong, y desde lo alto de las murallas del castillo, los cañones trataban de atinar en su cuerpo, fallando cada vez que el poderoso dragón lograba esquivar los diferentes proyectiles que amenazaban con derrumbarle.

Y entre todas aquellas personas, su mirada pudo vislumbrar cómo Víctor trataba de detener el ataque, con los ojos llenos de pánico.

- Por favor, Bailong, aguanta. Sé que puedes con todo, solo hay que esperar a que sus reservas de armas se acaben - La voz de Tezcat dentro de su cabeza era un ánimo constante.

Pero a pesar de todo, no logró evitar la lanza que se clavó en su costado y le hizo caer tras alejarse un par de metros volando, convirtiéndose de nuevo en su forma humana.

PROFECÍA ;; Inazuma Eleven GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora