Capitulo 4:

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No pude dormir.

Si se volverá parte de mi rutina no pegar el sueño. Hubiera sido mejor nunca haber aceptado esa salida al bar.

Ni trabajando me desvelaba tanto.

Son las cinco de la mañana. Mi jefe se fue hace unos minutos atrás, colocó el rastreador. Me sorprende lo tan aterrador que puede llegar a ser mi jefe. Sin duda me quedó claro que odia las traiciones. Tengo miedo de lo que pueda suceder en unas horas.

No seguiré pensando en él. Me acuerda a que exploté delante suyo y de seguro moriré de la vergüenza.

Sin embargo me dijo que no confiaba en mí, pero que hasta asegurarse de que puede hacerlo, trabajaremos en equipo.

En el computador pusimos información falsa sobre todo, me aseguré de descargar todos los archivos que alteramos. Intentamos poner un trampa convenciéndolos que la información que está en el USB es la correcta y no la que tenía Kyla. Así llegarán al almacén falso, y los emboscaremos.

¿Es tan sencillo?

Te levantas tal día y decides que ayudarás a un mafioso para traicionar a tu ex novio mafioso?

Di vueltas en mi cama, hasta que logré sentarme en la orilla. Mirando hacia la nada hasta que decidí agarrar mi móvil. Miré la hora y si tenía alguna notificación, no había nada. Eran las cinco y cuarenta.

Me metí a contactos, y bajé entre ellos, hasta quedar con dos.

"Mi jefe"
"Mi amor"

Mordí mi labio inferior. El peli-negro me había pasado su número por si acaso pasaba algo y para solo tenerlo.

No puedo dormir, así que. Marqué el número sin pensarlo mucho.

Sonó varias veces, hasta que por fin contestó.

— ¿Qué haces? Perdón por llamar a esta hora. — dije, apoyando mi espalda a la cama, mirando el techo.

Nada, justo estaba de camino para allá.

Mi corazón dio un vuelcón.

— Vienes para acá?— pregunté entre emocionada y nerviosa. No tengo idea de si sabe la verdad o no.

Si, de echo, ábreme, ya estoy aquí.

Colgué la llamada, tiré el móvil en alguna parte de mi cama, y me levanté de la misma. Caminé fuera de mi habitación con prisa, hasta quedar con la puerta de entrada. Al abrirla, él estaba ahí. Me sonrió cómo siempre solía hacer. Su cabello estaba desordenado, pero su ropa estaba impecable.

— Hola amor. — saludó, acercándose a mi, colocó su cabeza en el hueco de mi cuello, y rodeó sus brazos en mi cintura. — Te extrañé. Siento que estos últimos días no hemos pasado tiempo juntos.

Susurró, provocando que su caliente respiración contrastara con mi piel, haciéndome estremecer. 

Claro, será porqué has pasado más tiempo con tú futura esposa?

Me imaginé tantas veces en un vestido blanco, yendo hacia el altar y que él estuviera ahí mirándome. Pero al parecer él nunca lo hizo.. al menos no conmigo.

Mi pecho comenzó a doler.

¿Por qué?

¿Por qué me hiciste esto?

Contrato con cadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora