Capitulo 6:

11 4 1
                                    

Entré rápido a mi cuarto para ponerme ropa cómoda. Cuando volví a la sala, el peli-negro ya se había quitado el suéter, y hurgaba en mi nevera.

— Deivitrich podría atraparnos. ¿Qué crees que pensaría tu noviecito si te ve a solas con tú jefe todo apuesto que tienes?— dijo, sacando dos cervezas de mi pequeña y humilde nevera. Mordió la tapa de la corona(cerveza) abriéndola e escupiendo la tapa por alguna parte.

— Y tú vas a limpiar?— ironicé, aceptando la bebida.

Sonrió.

— Kaesar no tiene llaves. —

— ¿No viven juntos? Y cuantos tiempo llevan saliendo?—  le di un sorbo a la botella en mis manos, mientras me acomodaba en mi sofá.

— No.. Y tres años. Él viene de vez en cuando —

— Y me imagino que nunca has estado en su casa— obvió, pasando por mi campo de visión.

Lo miré mal.

Tenía razón. Nunca he ido a algún lugar donde mi ahora EX-novio llame "hogar".

Que estúpida me siento. Fui una tonta. Todo estaba más claro que el agua.

— ¿Tienes algo para ver?— pregunta una vez agarró el control del televisor en sus manos.

— Bueno.. En ese cajón hay CDs

— Mierda, Vera. No te pago tan poco. — dijo indignado, rebuscando alguna película. — Para el colmo pura porquería de películas que tienes aquí —

— Ya deja de criticarme. — chillé arrojándole una pequeña almohada de decoración. — Si encuentras "Cómo perder a un hombre en diez días" ponla. Indiscutiblemente es mi favorita.—

Él no me respondió, cuando la encontró, la puso dentro del DVD, buscó el canal para verla y se acomodó a mi lado.

Recordé el anillo que tengo puesto en el dedo.

Debe costar mucho.

— A donde va tú dinero? No sabía que vivías en una miseria. Si me lo decías te subía el sueldo.—

— Mayoría de mi dinero se lo envío a mi tía. No puede trabajar, así que la ayudo con lo que puedo. — admití. Él no dijo nada.

Me atreví a cortar la poca distancia que había entre ambos, apoyando mi cabeza en su brazo descubierto.

— Quita tú pobre-literalmente hablando, existencia de mi.— comenzó a menearse para que yo me saliera. Pero eso solo hizo que me aferrara a su brazo con los míos y sin despegar mi cara. Su piel estaba calientita.

— Déjame aquí solo un rato. Vamos, apuesto que ni sientes que estoy pegada a ti —

Cogí su silencio cómo que estaba de acuerdo en dejarme estar aferrada a él.

Eso me hizo sonreír.

— No eres taan malo después de todo- su mano impactó contra mi cara, empujándome lejos de él.

— Quítate, pobre —

Maniobré para que mi cerveza no se virará por culpa de este estúpido desconsiderado.

— ¡Retiró lo dicho! Ya! ¡Estúpido!— logré zafarme. Nos quedamos fulminando al otro por varios segundos, y porqué soy Marlowe, volví a rodear mis brazos al de él.

Habían pasado varios minutos. Y mis ojos no podían aguantar menos el cansancio. Me sentía tan a gusto que me entró el sueño.

                               ♗

Contrato con cadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora