VERY SWEET

198 21 38
                                    

Aquellos ojos avellana eran los más hermosos que había visto en su vida, tan brillantes, tan curiosos, tan expresivos.
Su cabello rojizo como la sangre, pero tan suave como una rosa se movía con el viento suave.
Sus largas pestañas bailaban en tranquilidad.
Aquellos labios hechos de rubí lo llamaban con anhelo, buscando su tacto de forma secreta, en la oscuridad de la fría noche, alumbrando siquiera las estrellas y satélite, dejando ver su piel brillante y tersa, buscando calidez ajena, sin gritarlo a los cuatro vientos, pero demostrando su soledad.
Su voz como la de un susurro de ensueño, tan tranquilizadora y especial.
Lo cautivaba como una red, anhelando quedarse a su lado para poder seguir escuchándolo.
Escucharlo en la Tierra, en el aire y hasta en el fuego.
Ese olor tan embriagante y tan dulce, todo en él era magnífico.
Su aroma lo llamaba con desespero y necesidad.

—Nicholas Hyung.. ¿Me está escuchando?— Unos ojos curiosos lo observaron en medio de la oscuridad, brillando por voluntad propia, luciendo como dos hermosos luceros.

—Ah..¿Qué me decías Ejoo? Disculpa, me desconecté por un momento.— dirigió sus manos a sus cabellos azabaches como la noche, peinandolo un poco con vergüenza, la cual se asentaba levemente sobre sus pálidas mejillas.

—Le decía que se han acabado los dulces que me compró, ¿Podemos ir a comprar un poco más?— Su rostro era adornado de la más hermosa sonrisa que pudo a ver visto en su vida, reluciente y perfecta como si de perlas se tratara.
Todo en él era hermoso y perfecto.

—Claro, no hay problema lindo, vamos.— se levantó de la cómoda manta que estaba colocada en el frío suelo de la terraza, habían decidido pasar un rato de la tarde noche admirando el cielo estrellado y contando algunas anécdotas.

Ambos chicos, un Coreano Omega  y un Taiwanés Alfa, eran dos muy buenos amigos, y tenía una especie de relación muy cercana. No eran pareja pero se amaban, se querían en demasía.
Ambos se tomaban como la persona más importante del uno del otro.
Su relación era un poco mal vista ante los ojos de la sociedad, pero el mismo Nicholas protegía sobre todo a Euijoo de los malos comentarios. Más que todo de los comentarios sobre su actitud y apariencia.

Ambos eran nacidos en el 2002, pero se llevaban algunos meses de diferencia. Aún así el menor- Euijoo- mantenía los honoríficos por forma de respeto.
En esos momentos, Nicholas tenía 22 y Byun 21, solo faltaban pocos meses para cumplir sus veintidós años.
El menor tenía una apariencia mucho más aniñada y pequeña contrario a su edad, su rostro era como el de un niño inocente reflejando luz pura, su cuerpo era delgado y desarrollado en todo los estándares de un chico Omega. Muchas veces recibía malos comentarios por qué era un chico muy crédulo pero a la vez muy tímido. Se mantenía muy culto sobre su cuerpo, casi nunca usaba ropa adecuada para su casta sino, usaba la ropa de el Alfa que tenía por compañero arropandose con su olor y tranquilidad. Se sentía mucho más cómodo de esa forma, y era juzgado, literalmente por solo querer comodidad.

Nicholas siempre vió a ese pequeño Omega como el ser más hermoso y perfecto sobre la faz de la tierra, por eso decidió que él lo protegería ante todo. Nunca lo abandonaría y mucho menos, lo dañaría.

Él había cumplido desde siempre su palabra, nunca la había roto ni la rompería.

Ambos chicos ya habían tenido algunos encuentros sexuales, pues era algo lógico, dos chicos de diferente casta, uno Omega y otro Alfa. Pues era claro que durante algún u otro celo terminarían encontrándose de aquella forma.

Aún recordaban de forma graciosa su primer encuentro, fue bastante torpe y tímido, ambos no sabían que hacer, el Alfa por miedo a lastimar al pequeño Omega en celo y el Omega por ser su primer celo con un Alfa.

Fue todo un enredo y una anécdota entre ambos, pero esa no sería la historia que se contaría ahora mismo, si no el desarrollo de ambos chicos como una pareja de amigos que son más que amigos. Simplemente, nudos sin parar entre ellos dos.

Yixiang se consideraba una persona muy romántica, detallista y amante de las letras, su pluma bailaba sobre el papel en blanco, sobre versos dedicados por y para aquel chico de hermosos ojos con aroma a la más dulce naranja con leves toques de canela.
Siempre, sin falta, cada sábado por la noche, Nicholas le entregaba un poema acompañado de un tulipán rojo, declarándose de forma lírica y física.
Euijoo, siempre lo aceptaba, abrazándolo y derramando algunas lágrimas de cristal sobre su tersa piel, todo esto por los grandes sentimientos mezclados que vivía a flor de piel.
Era una hermosa rutina, que gracias a todo santo y astro, nunca había sido rota desde que inició.

Para ellos, solamente en ese mundo estaban sus dos almas juntas, brillando en la oscuridad y en la claridad. Nada más existía, ellos eran su mundo, su todo.

Nicholas tenía la fragancia de fresas con tequila, algo inusual, pero se complementaba tan bien que una vez que conocías el olor, te obsesionabas con el.
Euijoo olía a Naranjas con canela, tan dulce y cálido a la vez, con tan solo olerlo te teletransportabas a un lugar de ensueño, donde la paz era el mayor merito de aquel lugar.
Ambos se dieron cuenta que formaban la palabra "Strange" lo cual significaba "Extraño", y se identificaron con aquella palabra, pues eso eran.
Eran unos extraños ante los ojos de los demás, pero eran perfecto ante sus ojos, tenían un amor muy extraño e inusual, ambos querían dar frutos ante su amor, pero no era posible, ambos lo sabían y entendían.
Aquel plano vientre del Omega, lamentablemente nunca podría cargar con un hermoso cachorro con ambas sangres. Después de un terrible accidente que tuvo siendo apenas un cachorro de 3 Años, quedó complemente "seca" la divina laguna de vida.

Ambos lo entendieron, se amaban sobre cualquier dificultad, nunca lo olvidarían y mucho menos tirarían todo por la borda por una pequeña piedra en su camino, completamente rocoso en una montaña empinada. Ellos podían seguir. Estaban hechos de el acero más fuerte, su piel era como el titanio.

Ellos se amaban, era lo más importante.

Nunca imaginarian que su hogar constaría con un canino como su hijo.
Era hilarante, pero una gran meta y realidad, aquel siberiano era el hermoso consentido de ambos chicos.
Protegiendo a toda costa a su "Madre" y jugando hasta el cansancio con su "Padre"

—Cubrete muy bien, la tormenta de nieve está por llegar, así que hay que estar prevenidos y tenemos que comprar tus dulces rápido.— informó el Alfa, mientras se colocaba el abrigo.
Dirigiéndose a donde se encontraba el menor, observando cómo este llevaba una hermosa bufanda de color crema, aunque luchaba con lograr acomodarla decentemente.
Decidió ayudarlo, enredando la fina tela por su cuello y dejándola caer por sus hombros.
Todo en el Omega era divino, cualquier cosa le quedaba espectacular.

—Muchas gracias Hyung, lamento hacerle salir a esta hora y con este clima solo por mi antojo.— Murmuró con una sonrisa tímida el hermoso Omega, dirigiéndose a la puerta principal para colocarse sus zapatos.

—No tienes nada de que preocuparte Juju, yo acepté salir porque quiero darte el gusto, sé cuánto amas esos dulces, y no te dejaré sin ellos cuando ahora en realidad los quieres.— respondió tranquilo, colocándole la capucha al menor, acercándose para darle un pequeño y tierno beso en la punta de su nariz.

Ambos salieron del departamento que compartían, dirigiéndose al ascensor para ir a la planta baja.
Con tan solo a ver salido de su departamento, ya sentían como el frío les calaba los huesos, irónico desde el punto de vista que ellos hace un momento se encontraban en la terraza recibiendo aquella briza helada.

Su caminar fue tranquilo, sintiendo el ambiente extremadamente frío y solitario, solo podían escuchar sus corazones latiendo en sintonía el uno con el otro.
Amaban aquel sonido, cual solo podían escuchar exclusivamente ellos dos.

No tardaron casi nada comprando los preciados dulces del menor, quien llevaba una hermosa sonrisa perlada, sumamente brillante como todo su ser.

Nicholas no se cansaba en lo absoluto de observarlo, pues el simplemente era extremadamente dulce.
Ambos regresaron al departamento y tuvieron una noche tranquila, deseando que su amor burbujeante siempre se mantuviera en sus pechos. Ardiente y sin una pizca de duda.

My Innocent Treasure Donde viven las historias. Descúbrelo ahora