"Descubrimiento"

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Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Albus Dumbledore camino con tranquilidad hasta donde estaba la puerta de la oficina, levantó su mano, tocó y espero el llamado.

"Pase" se escuchó la voz amortiguada de Amelia Bones proviniendo desde el interior.

Dumbledore entró, le dirigió una sonrisa a la bruja y se sentó en una solitaria silla que estaba enfrente del escritorio "Una disculpa, Amelia, ha sido un largo año"

"Ya lo creo, Albus" dijo mirando si ejemplar de El Profeta en el que contaba toda la historia de La Cámara de Los Secretos.

"¿Ha habido algún avance?" Preguntó Dumbledore aunque ya sabía lo que iba a responder.

"No, he traído a Tonks un par de veces más, no hay ningún avance en su investigación ni en la nuestra" dijo Amelia mientras se recostaba en el respaldo de su silla con el cansancio grabado en su cara.

De repente, fue como si alguien le hubiera plantado el recuerdo en la mente del mago anciano ya que recordó un hecho que podía sacarlos de varias dudas "Amelia, creo que sé donde conseguir las respuestas, pero antes de ir, solo quiero pedirte que no pienses mal de mi" dijo en una voz un tanto triste que logró sorprender a la bruja.

"Ésta bien, pero tendrás que darme explicaciones, Albus" dijo al tiempo que sacaba su varita y hacia que un papel saliera, literalmente, volando de la habitación "se lo mandé a Tonks, la puse a que cuidara la oficina. Vamos"

Caminaron por el ministerio mientras veían como la bruja de pelo rosa llegaba a cumplir la orden que Amelia le había pedido hacia no mucho. Cuando llegaron al lugar para aparecer, la bruja se dirigió al mago mayor.

"¿A donde, Albus?" Preguntó con una ceja levantada.

"Yo te llevo" dijo tomando el brazo de la bruja y desapareciendo en un remolino.

En el siguiente segundo estaban en un gran castillo, sucio y sin indicios de que alguien se hubiera acercado a el en un gran rato.

"Un lugar abandonado" dijo Amelia mirando con molestia el lugar en el que habían aparecido.

"No esta del todo abandonado, hay una persona que lo habita aún" dijo Dumbledore mientras avanzaba. Llegó a una puerta negra y, con una sacudida de su varita, la puerta se convirtió en polvo y dejó pasar a los dos magos. Continuaron avanzando y subiendo por pasillos de aspecto lúgubre. Se detuvieron a las afueras de una solitaria celda que mantenía cautivo a alguien.

Allí, muy cerca del rincón, alejado de la cama, estaba encorvado un mago, su pelo blanco que combinaba con su rostro igualmente pálido, su túnica, vieja y desgastada de color gris, era un gran contraste con su piel.

"Albus, él es ..." empezó la bruja, a pesar del aspecto que tenía el mago, pudo reconocerlo fácilmente, después de todo, cuando estudio para su puesto, tuvo que estudiar sobre los magos tenebrosos antiguos.

"Gellert Grindelwald, a sus servicios" dijo el mago, su voz ronca resonó en la fría celda.

"Verás, Gellert, hemos venido aquí porque ocupamos algo de ti" dijo Dumbledore llamando la atención del mago.

"Si, Él dijo que vendrían" una sonrisa cruzó el rostro del mago tenebroso y luego levantó su mano y apuntó hacia el techo "pero tendrás que llevarme ahí" agregó con amargura.

Dumbledore se quedó pensando unos momentos. Recordó vagamente lo que Amelia le había dicho acerca del mago tenebroso, más específicamente lo que sucedió en el ataque al Callejón Diagon. El mago, que se hacía llamar Lord Apotther, al parecer podía levantar a media docena de magos causándoles asfixia en el proceso. Su mirada se dirigió hacia donde había apuntado Grindelwald y dió un suspiro.

Harry Potter "Creando su imperio"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora