𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑽𝑰𝑰: 𝑾𝒂𝒔𝒖𝒌𝒆

219 44 13
                                    

Las tierras de Wasuke eran hermosas, bastas y pacificas, eran cientos de hectáreas de tierra virgen que un damiyo había heredado al general Alfa después de salvar a su familia, otra de sus recompensas fue desposar a su preciada hija Omega, con quien formó una familia, sin titulo de nobleza, pero con grandes riquezas.

Del matrimonio nació Jin, quien, así como su madre era un Omega, pero con la apariencia de su padre Alfa. Jin fue extremadamente amado, tanto por su padre como por su madre, y se caracterizaba por ser muy bondadoso, tierno y amable, aunque muchos Alfa lo despreciaron por su piel ligeramente acanelada y sus facciones algo severas, cosas que no consideraban estéticamente bonitas en un Omega, más nadie se esperó que aquel Omega le robara el corazón al gobernante de la nación. El emperador Kenjaku.

En una visita al palacio, Kenjaku se quedó prendado del Omega a quien le llevaba por menos un cuarto de siglo, inmediatamente después de conocerlo se deshizo de todos los obstáculos que había entre él y el Omega; y lo desposó.

Jin era sorprendentemente fuerte, su primer embarazo lo llevó muy bien e incluso se la pasó viajando entre el palacio imperial y su hogar en el sureste, pero al ser el consorte del emperador, no pudo hacer mucho después del nacimiento de Sukuna y dejó de viajar al hogar de Wasuke seguido, siendo este junto a la madre Omega de Jin, quienes lo visitaban en el palacio para convivir con él y su nieto; esto se convirtió en algo permanente cuando Jin enfermó después del nacimiento de Yuuji, y más tarde este murió, causando un frenesí en Kenjaku, resguardando al máximo la seguridad de Sukuna y Yuuji, incluso prohibiéndoles visitar o ver a sus abuelos.

La Omega de Wasuke murió poco después de su hijo, logrando que él Alfa se quedara como un ermitaño en su hogar descuidando todo, su hogar, su salud y su prestigio; no le quedaba más, ni su amada esposa o su tierno hijo, ni siquiera sus fuertes nietos, quienes se parecían inmensamente a él. Últimamente Sukuna volvió a conectar con su abuelo, con un propósito, un último propósito para la vida útil del anciano, que cuidara al segundo príncipe, en esa tierra olvidada por todos.

Al llegar al lugar después de un viaje de dos días, Yuuji estaba entusiasmado por conocer esas nuevas tierras, pero su sonrisa resplandeciente desapareció cuando miró el lugar, una simple construcción, con muros altos y una gran puerta de madera, ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al llegar al lugar después de un viaje de dos días, Yuuji estaba entusiasmado por conocer esas nuevas tierras, pero su sonrisa resplandeciente desapareció cuando miró el lugar, una simple construcción, con muros altos y una gran puerta de madera, una casa al fondo, de madera, amplia y alta, pero se veía avejentada, al igual que las dos construcciones a los costados de esta.

Del interior de los muros salió un anciano, de cabellos blancos, pronunciadas arrugas y mirada severa. Yuuji se sintió intimidado y no pudo evitar saltar hacia atrás y ponerse en guardia, logrando una risa de parte de Haibara.

-Yuuji, no estes tan alterado- Dijo el alegre capitán, mientras se acercaba al anciano y hacia una reverencia. -Él es tu abuelo, Wasuke.

Él rostro de Yuuji se desencajó y causó un resoplido en Megumi, quien se irguió y le dio una perfecta reverencia a Wasuke.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐨𝐫𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐞𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 [𝑰𝒕𝒂𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora