𝑪𝒂𝒑𝒊̄𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰: 𝑬𝒍 𝒕𝒓𝒂𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒌𝒂𝒏𝒑𝒂𝒌𝒖

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Había una pequeña sonrisa en su rostro, diminuta pero aun así no pasó desapercibida para el fúrico emperador que tomó su espada y la arrojó hacia él, quien la esquivó por poco.

-Le estoy siendo sincero cuando digo que he intentado de todo para la anulación del matrimonio- Él Alfa tomó un par de pergaminos y los extendió sobre la mesa -Pero a menos que alguno de los dos muera, no se puede anular.

Sukuna tomó asiento frente al kanpaku, revisando aquellos antiguos pergaminos que hablaban sobre los segundos, terceros o más matrimonios que tenían los emperadores, chasqueo la lengua.

-Yo por eso le dije- Dijo él Alfa rubio, con un toque de altivez en su voz.

-¿Y si reformamos la ley?- Preguntó el pelirrosa levantándose para rebuscar entre los pergaminos -Realmente no tengo interés de acostarme con Megumi ¿Hay alguna alternativa?

-Podríamos...- Kento ajustó sus anteojos -Le piden una mínima de cinco visitas a los aposentos del consorte por mes, la única forma de evitarlo sería enviarlo lejos.

-¿Podemos enviarlo devuelta los Zenin aunque sea un consorte?

-No puede volver a su clan más que a cortas visitas- Dijo el Alfa de cabello rubio- Pero... podría enviarlo con Yuuji cuando esté lista la residencia de Wasuke.

Kento Nanami era el kanpaku del emperador Ryomen, él no tenía ni idea de lo que hizo para ganarse el respeto de aquel malhumorado Alfa de pelo rosado y perpetuo mal humor

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Kento Nanami era el kanpaku del emperador Ryomen, él no tenía ni idea de lo que hizo para ganarse el respeto de aquel malhumorado Alfa de pelo rosado y perpetuo mal humor. Tampoco sabía si era algo bueno o malo tener tal título.

Muchos idealizaban él ser kanpaku, tener tal poder ante el mismismo emperador, llevar honor a su clan y poder influir en el país. Más la realidad de tal trabajo era horrible, un dolor en el trasero, más con tal emperador, temperamental e irascible.

Pese a su pésimo jefe, él siempre se esforzaba en hacer bien su trabajo, no por él o por la nación, sino porque mientras mejor hiciese su trabajo y más rápido terminase con los conflictos del imperio, menos trabajo tenía. Un trabajo que lamentablemente terminaría cuando él o él emperador muriesen y sinceramente esperaba que ocurriera segundo, él aun quería explorar las tierras vírgenes de Malasia con cierto capitán imperial.

Más, con la última tarea que le dejó él emperador estaba contemplando muy seriamente el harakiri*.

Después de que le presentó su idea al emperador sobre la situación del pequeño consorte y este la aprobó, debió quedarse callado, pero se le ocurrió decir "¿Será que se lleven bien? Sus personalidades son tan distintas como él día y la noche" y solo eso bastó para que él emperador lo pusiera como niñera de Yuuji y Megumi para vigilar que se llevasen bien.

Yuuji tenía un sessho*, o bien un niñero, quien además era su compañero de juegos y de estudio; Kento pensó él segundo príncipe no la tendría difícil para llevarse bien con él joven consorte, pues todo él mundo lo quería en él palacio, desde su horrible hermano mayor, hasta sus medios hermanos, los guardias reales y la servidumbre; era un niño amado por su pequeña familia y un segundo príncipe amado por sus súbditos, siempre mostrándoles una cálida sonrisa.

𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐨𝐫𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐞𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫 [𝑰𝒕𝒂𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora