3. Esto no puede estar pasando

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—Chicos, este es Ryan—presentó Jörg al hijo de su novia.

—Hola—repitió Tom al ver que Bill aún no se había repuesto de la sorpresa.

—Siéntate y pidamos—le dijo Jörg pasando por alto el extraño comportamiento de su hijo pequeño.

Sentado al lado de su hermano Bill no podía levantar la mirada de su vacío plato, retorciéndose las manos bajo el mantel sin dejar de jadear. Ese era el hijo de la novia de su padre, y si la cosa iba en serio como parecía que iba, se convertiría en su hermanastro...

Sintió una arcada que le subió hasta la garganta, pero tragó con esfuerzo y se concentró en la carta que un camarero dejó sobre la mesa hacía ya un buen rato, pero sus ojos no leían nada, solo los fijaba en el papel hasta que los sintió escocer y una lágrima bajar por su mejilla.

Se la limpió con disimulo, pero teniendo a Tom al lado eso era imposible.

—¿Estás bien?—preguntó Tom en un susurro.

Asintió con firmeza con la cabeza, escondiéndose tras la carta todo lo que pudo.

—Os conozco muy bien—dijo Ryan de repente.

Un débil gemido escapó de sus labios, solo faltaba que dijera delante de toda la mesa que la noche anterior se lo había tirado. Porque esa sería su versión, claro. No le violó, porque el nunca dijo que no...

Espera, si lo dijo....solo que él no le escuchó...

—Leo todo lo que sale de vosotros, y me encantan todas vuestras canciones—siguió diciendo Ryan sin apartar la vista del cantante.

—Gracias—contestó Tom poniéndose tenso.

No le gustaba la manera en la que miraba a su hermano, como si por el hecho de que su madre fuera la novia de su padre era como si los conociera de toda la vida y se podía tomar esas confianzas.

—Ryan toca muy bien la guitarra—dijo Jörg muy orgulloso.

Tom alzó una ceja asombrado. A él nunca le había dicho eso, o en ese tono al menos. Sabía que tocaba la guitarra porque le había visto con una en la mano, incluso una vez llegó a sugerir que Bill hacía play back en las galas.... ¿tan poca confianza les inspiraban?

—Jörg, por favor—dijo Ryan fingiendo estar incómodo.

—Es la verdad, cariño—intervino Carol orgullosa.

—Venga, pidamos ya—dijo Jörg sonriendo.

Se enfrascó de nuevo en su carta, sin dejar de sentir como Bill a su lado ni se movía ni decía nada. Escuchaba su forzada respiración, como su estuviera jadeando. Quería preguntarle de nuevo si se sentía bien, pero alguien se le adelantó.

—Estás muy callado, Bill—comentó Ryan sonriendo.

El aludido se encogió más en su asiento, mordiéndose los labios para que no se le escapasen los sollozos.

—Bill, te están hablando—llamó Jörg molesto.

Pero ni el duro tono de su padre le hizo salir de su escondite. Estiró una mano y recuperó las gafas que dejó al lado del plato, poniéndoselas antes de que le quitasen la carta y le vieran los ojos llenos de lágrimas.

—Creo que voy a pedir una ensalada—murmuró Carol de repente.

—Yo aún me lo pienso—dijo Jörg sonriendo.

—Yo una hamburguesa—pidió Tom cerrando la carta.

—Tom, esto no es un McDonalds, pide otra cosa—ordenó Jörg.

Caprichos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora