El coche llegó a su hora puntual. Para entonces Tom había conseguido que su hermano abandonase la cama y se cambiara de ropa, la que llevaba estaba toda arrugada. Le sorprendió que le echara de la habitación mientras se cambiaba, pero sabiendo que una vez en casa de su madre tendrían el tiempo de sobra de hablar de lo que le pasaba, dejó el tema por el momento.
Cogió su equipaje y bajó a despedirse de sus compañeros, sintiendo que era la última vez que los iba a ver.
—Solo serán unos días—dijo Gustav, como si le hubiera leído la mente.
Tom asintió en silencio y se volvió cuando escuchó un débil gemido. Bill bajaba por las escaleras y se apresuró a ayudarle a cargar con la maleta. La dejó en el suelo del recibidor junto a la suya, y se volvió a despedir de sus amigos.
—Os hemos preparado unos bocadillos para el viaje—explicó Georg pasándole una bolsa a Tom.
—Gracias, tenemos por delante un largo viaje y llegaremos de noche.
Esperó en silencio mientras que veía como su hermano se abrochaba hasta arriba la cazadora del chándal que él mismo había diseñado, esa que llevaba la estrella que tenía en su cadera derecha tatuada. Le vio ponerse encima de ella una cazadora de cuero negra y sacarse la capucha, todo sin alzar la cabeza.
—Buen viaje—dijo Gustav abriendo la puerta.
Tom asintió de nuevo y mientras que el chófer guardaba sus maletas, se montó en el asiento trasero al lado de Bill. Le escuchó gemir de nuevo por lo bajo y acomodarse en el asiento con cuidado, dándole la espalda al mirar por la ventanilla a través de sus oscuras gafas.
No le quedó más remedio que pasar el viaje en silencio. Encima les llovió por el camino, lo que hizo que les entrara sueño. Escuchó como su hermano bostezaba a su lado y al minuto le sintió caer dormido.
Solo entonces le pudo mirar fijamente. Se había quitado las gafas de sol que llevaba y bajo sus cerrados ojos había unas grandes ojeras que delataban su estado de ánimo. No había descansado nada, aún andaría bajo los efectos de ese extraño catarro que se cogió. No tuvo fiebre ni nada, solo estaba muy cansado y con el cuerpo dolorido, pero halló las fuerzas necesarias para ordenarle que no se metiera en su vida.
¡Cómo no hacerlo, si era su hermano pequeño! Y más que eso, les unía un lazo muy especial. Aún estando separados, podía sentir si estaba bien o mal. Como en esos momentos, sentado a su lado podía sentir una gran tristeza recorrerle el cuerpo. Bill sufría, y él no pararía hasta saber el porque y poner remedio a la situación.
Si alguien le había hecho daño, lo iba a pagar bien caro....
_*_
Llegaron a la casa de su madre cuando ya era de noche, no había parado de llover en todo el camino y no pudieron parar a estirar las piernas. La bolsa con los bocadillos que tan amablemente les preparó su amigo continuaba sin ser abierta, ninguno de los dos tenía ganas de comer nada. Bill por lo que estaba pasando, Tom...por verle en ese estado...
El coche aparcó delante del jardín y se apresuraron a bajar y correr bajo la intensa lluvia que estaba cayendo. El chófer insistió en encargarse él mismo de su equipaje, pero nada más ver el coche su padrastro salió a echarle una mano, dejando que la madre de los gemelos se encargara de sus hijos.
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Caprichos del destino
RomanceEl destino hizo que conociera a la persona que con un chasquido de los dedos podría destruir su vida si se lo proponía...a la persona que estaba buscando para darle su amor sin saber que estaba a su lado desde el primer momento en que sus ojos se en...